13 rosas y 11 héroes

EL PERIÓDICO DE ARAGÓN / 24-09-08
Antonio Aramayona, profesor de Filosofía
13 fueron las jóvenes condenadas en agosto de 1939, por ¿adhesión a la rebelión? y delinquir contra el ¿orden social y jurídico de la nueva España?, y fusiladas en las tapias del cementerio madrileño de La Almudena. Siete de ellas eran menores de edad, y desde entonces son conocidas como ¿las 13 Rosas?.
Hace unos días, Alejandro Font de Mora, consejero de Educación de la Comunidad Valenciana, no ha querido ser menos y ha elevado a la categoría de ¿héroes? a los 11 profesores que se han ofrecido como voluntarios para impartir la asignatura de Educación para la Ciudadanía (EpC) en lengua inglesa y sin la ayuda de traductores. El Presidente valenciano Camps y su Gobierno han hecho de esta asignatura un burlesco vodevil, al dictaminar la obligación de que su enseñanza se realice en inglés. Como los profesores idóneos son los de Filosofía y los de Historia y Geografía, en la misma aula habrá normalmente dos profesores a la vez: el que la explica en castellano (¿o es en valenciano?) y el que la traduce al inglés.
Hace ya algún tiempo tuve la oportunidad de revisar numerosos libros de texto de EpC. Buscaba con sumo interés aquellos supuestos capítulos o afirmaciones que, tal como afirman machaconamente sus detractores, pudieran ser un adoctrinamiento político y moral, en contra de la familia tradicional y de la moral católica. Examinando aquellos libros de texto, y ante la ausencia de cargos reales, me venía una y otra vez la pregunta de si alguien los había leído realmente. El hecho es que los argumentos contrarios a EpC desembocan en la falacia (repetida sin cesar cual consigna unitaria) de que el derecho de formar a los niños y los jóvenes pertenece a las familias y no a las escuelas, montando a la vez un galimatías enorme entre formación, educación, ideología, adoctrinamiento y un sinfín de palabras vaciadas a sabiendas de contenido.
Lo importante es meter bulla y sostener la cruzada contra EpC, a la vez que no les parece contradictorio mantener la asignatura de Religión y Moral Católicas, de obligada oferta en todos los centros públicos de enseñanza, y paradigma de adoctrinamiento, olvidando así que en un centro de enseñanza (al menos público) han de impartirse solo conocimientos y saberes, y no creencias.
Entretanto, la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, ha encauzado la cruzada contra EpC como una campaña abierta a favor de la objeción, de tal forma que a los alumnos objetores les basta con hacer algún trabajo individual para quedar exentos de la asignatura, si bien, hasta el momento, el número de objetores no alcanza el 1% de los escolares madrileños. Por su parte, la Consellería gallega de Educación ha constatado que la mitad de las objeciones de conciencia recibidas para no cursar EpC proviene de familias cuyos hijos estudian en centros pertenecientes al Opus Dei.
De una forma tan aviesa como extraña, una asignatura común en casi todos los países de la UE sin generar problema alguno, se ha convertido en el enésimo pretexto para la confrontación política e ideológica pos sistema, encabezada por el Partido Popular y los grupos más sectarios de la Iglesia católica y la sociedad hispana. Ahora arremeten contra EpC, por las mismas motivaciones que anteriormente blandieron su espada flamígera contra el divorcio, el aborto, el matrimonio entre homosexuales, la enseñanza de la religión o la Ley de Memoria Histórica.
Rouco, cómo no, presiona a la enseñanza concertada religiosa para objetar contra la asignatura (hasta el momento, la patronal de colegios religiosos –FERE- se ha mostrado prudente, admitiendo la asignatura aunque ¿adaptada al ideario católico?) y pide que EpC sea alternativa a la Religión. En otros tiempos, cuando aún existían BUP y COU, la alternativa a la Religión era la ética, de tal modo que un alumno debía optar entre la aberrante alternativa de tener Religión o tener ética. En la actualidad, las huestes católicas de Rouco plantean la alternativa de tener Religión o tener Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos.
En realidad, la solución es sencilla: la asignatura de Religión debería desaparecer fulminantemente del currículum y el horario oficial de los centros públicos de enseñanza (otra cosa es la cesión de aulas para la impartición de Religión fuera del horario escolar reglado). Si el Gobierno socialista tuviera suficientes narices, el problema quedaría quirúrgicamente saneado, pero desde el poder se tiene pavor a la lluvia de azufre y plomo derretido que caería a jarros desde la derechona. Nunca ha habido en nuestro país tanta libertad religiosa como en nuestros días, pero en lo que respecta a boicotear EpC no se trata de derechos y libertades, sino de poder. Y el poder de la derecha en España (Iglesia católica incluida) lleva siendo grande y monopolista desde hace muchos siglos.