CONSEJOS ESCOLARES
Investiga si el fracaso escolar se debe a algún gen recesivo extendido entre los alumnos o a que cualquier tiempo pasado (principalmente desde que el PSOE estropeó todo con su LOGSE) fue mejor
ANTONIO Aramayona | El Periódico de Aragón
Ahora que está el curso en la recta final y ya huele fuertemente a exámenes y evaluaciones, te encontrarás con una copia exacta de lo que ha venido ocurriendo año tras año. No te compliques la vida: tienes un trabajo de carácter supuestamente intelectual, pero en este caso la autocrítica y el cambio son actos baldíos, pues todo se debe a la ley inexorable del Eterno Retorno de lo Mismo.
2. Si te preguntas qué es eso de fracaso escolar, ponte delante de un espejo y llámate «fracasado». Si aún no te queda claro, dile a un amigo que es un «fracasado». Seguro que entonces lo tendrás más claro.
3. Si a ese fracaso lo tildas de «escolar», dilucida si te refieres a que ocurre en la escuela o a que es de la escuela. A renglón seguido, pregúntate qué es escuela y quienes forman parte de la misma. Después, convéncete de que todo se debe exclusivamente a que el alumnado no estudia.
4. Investiga si el fracaso escolar que has cosechado en tus aulas se debe a algún gen recesivo extendido entre los alumnos o a que cualquier tiempo pasado (principalmente desde que los socialistas estropearon todo con su LOGSE) fue mejor.
5. Te proporcionarán un montón de estadísticas sobre el fracaso escolar (porcentajes de suspensos, aprobados y repetidores) habido en el centro y en los distintos niveles y cursos. Adam Smith afirmaba que existe una especie de mano invisible que regula y equilibra los precios, las ganancias y los salarios. En la escuela existe esa misma mano invisible: sea cual fuere la Ley educativa y la época, con LOGSE o con LOCE, con EGB y BUP o con ESO y Bachillerato, observarás los mismos porcentajes de aprobados y suspensos. Es decir, adorarás la mano invisible de Adam Smith sobre todas las cosas.
6. Si tras una clase, un trimestre o un curso constatas que una parte de tu alumnado apenas ha entendido nada, no analices nada: no olvides que la culpa la tiene el alumnado.
7. No preguntes la opinión de tu alumnado al respecto: seguramente no opinan nada y carecen de criterio.
8. Si recibes las notas de tu hijo y dejan mucho que desear, quédate tranquilo, pues hiciste lo que debías y lo que estaba en tu mano: compraste los libros de texto a principios de curso y en su mochila tiene de todo, incluso la calculadora y el móvil de última generación.
9. Si algunos se portan mal en clase, no vaciles: sanciona. Para eso están los Reglamentos de Régimen Interno.
10. Si tienes dudas sobre la importancia de tu asignatura; si, sobre todo, tienes dudas acerca de si tus alumnos valoran la importancia de la misma, pon difícil el aprobado. Y, si aún subsiste la duda, suspende.
11. Nunca olvides que lo más importante de la docencia es el cumplimiento del programa planificado a principio de curso.
12. Si tus alumnos no leen ni les gusta leer, explícales con esmero Gonzalo de Berceo o Garcilaso de la Vega.
13. Si tus alumnos, después de muchos años de clase, desde que pisaron las aulas de Primaria, no saben mantener una mínima conversación en inglés, consígueles unos folletos para que pasen este verano un mes en algún sitio de Inglaterra o Irlanda.
14. Si tus alumnos llevan repitiendo desde los 5 hasta los 17 años que las matemáticas son difíciles, siéntete un sólido eslabón de una cadena multisecular. Sé además realista: dos y dos son cuatro, y tú nada debes hacer para variar ese estado de cosas.
15. Si concluyes que eso que llamas Letras o Humanidades son más fáciles de aprobar que lo que llamas Ciencias, y que dejas en la cuneta en esas Ciencias a un considerable número de alumnos, convéncete de que eres un privilegiado: eres profesor de una asignatura seria e importante. Que tu mente rechace además que, frente a las blandas Humanidades, tus Ciencias no están acabando por ser eso que algún depravado pretende denominar Inhumanidades .
16. Si suspendes mucho, acude a algún colega de la misma asignatura que tú impartes: verás cómo ese recurso es un gran consuelo de muchos.
17. Si aún te resulta intrincado encontrar culpables de la situación, échale la culpa a la Administración.
18. Ten memoria. Has sido cocinero antes que fraile, alumno antes que profesor, hijo antes que padre. No quieras para los demás lo que no quisiste para ti.
*Profesor de Universidad