Educación sexual, el anticonceptivo más eficaz
El debate suscitado a raíz del anuncio de dispensación de la píldora postcoital sin receta en farmacias ha vuelto a poner de manifiesto que cuando se trata de jóvenes y sexualidad, pocos quieren entrar al fondo del asunto: la ausencia de una verdadera educación sexual.
16/05/2009. Maider EIZMENDI
DONOSTIA-. "Las cosas se están haciendo al revés, poniendo parches en lugar de trabajar desde la base con una buena educación sexual", resume Ana Ramírez de Ocáriz, sexóloga del centro gasteiztarra Emaize. Algo que, como a ella, les está viniendo a la cabeza estos días a sus colegas de profesión al hilo del debate suscitado tras el anuncio del Gobierno Zapatero de facilitar, sin receta en farmacias, la llamada píldora del día después. "Y la educación sexual es una cuestión de voluntad política, voluntad de cumplir los programas escolares donde ya existen los contenidos fundamentales de la educación sexual", recuerda Javier Gómez-Zapian, profesor de Sicología de la Sexualidad de la UPV-EHU.
Una vez más, las administraciones públicas vuelven a poner tiritas para frenar una hemorragia. Como los embarazos no deseados entre jóvenes y adolescentes aumentan, esta vez no recurren a la preveraniega campaña del "pónselo, póntelo"; esta vez la "tirita" viene de la mano de la llamada píldora poscoital, que hasta ahora se expedía en los centros de salud -gratuita en el caso vasco- y que dentro de tres meses también se venderá, a veinte euros, como hasta ahora en farmacias, pero ya sin necesidad de receta médica.
Más allá del recurrente debate colateral sobre si se trata de un método anticonceptivo o abortivo -lo que facilita que haya farmacéuticos que se agarren a la dudosa objeción de conciencia-, la discusión se ha centrado en el uso que se pueda hacer de esta píldora y, sobre todo, en personas menores de edad. Luis A. Monasterio, presidente de la asociación de educación sexual y planificación familiar Atseginez, lo tiene claro: "Se debe prescibir de manera gratuita en todos los centros de atención primaria de salud". Su asociación defiende, no en vano, "el derecho a tener fácil acceso a estos servicios y métodos".
Virginia Cortina, presidenta del Colegio de Farmacéuticos de Bizkaia, sí entiende, no obstante, que "para su dispensación se debería seguir pasando por un médico, porque no creo que cuando esa mujer viene a pedirnos la píldora sea el mejor momento para que yo la vaya a dar la charla".
Pero la decisión está tomada. La ministra española de Sanidad, al anunciarla, hablaba de esos embarazos adolescentes como de "un grave problema" que requiere "soluciones de urgencia". Y, de nuevo, los árboles no dejan ver el bosque.
"Probablemente sea necesario que se facilite el acceso a esta píldora, pero no deja de ser una medida que no aborda la cuestión central de la educación sexual", manifiesta Javier Gómez-Zapiain. No se puede empezar la casa por el tejado. "Existe bastante hipocresía social cuando los actores sociales se rasgan las vestiduras como consecuencia de los datos referidos al aborto. Sin embargo, es una evidencia que a los adolescentes y jóvenes se les niega el pan y la sal, es decir, no se les ofrecen servicios sanitarios adecuados y accesibles y tampoco se les ofrecen los recursos educativos suficientes", cuestiona.
La realidad es la opuesta. "En una clase de 4º de ESO de 24 estudiantes, sólo una alumna me reconocía que hablaba con sus padres sobre sexualidad", expone Ana Ramírez de Ocáriz. Y no sólo en el seno familiar, donde impera el "ten cuidado con…", sino también entre las administraciones. "La educación sexual no puede reducirse a unas cuantas charlas a lo largo de la escolarización, sino que debería estar incluida en el proyecto curricular", cuestiona Gómez-Zapiain. Como apuntilla su colega gasteiztarra, "educación sexual no es que la gente sepa ponerse un condón en un momento determinado".
Hablamos de sexualidad, pero también de afectividad. "El sexo y la vinculación afectiva son dos dimensiones diferentes que o se potencian mutuamente o se interfieren gravemente", expone el profesor de Sicología de la Sexualidad. Es decir, se trata de ofrecer a esos adolescentes recursos para manejar tanto sus necesidades sexuales como afectivas. "La educación sexual no consiste en llenar de preservativos los bolsillos de los adolescentes", sentencia este experto.
La sexóloga de Emaize, como profesional, pero, reconoce, también como madre, enfatiza que "lo que yo querría saber no es tanto si mi hija ha tomado la píldora postcoital, sino saber si tiene una relación que la hace estar bien, a gusto, que la hace crecer como persona… Al margen de si en un momento dado haya cometido un error. No es tanto preocuparnos por el qué, sino por el porqué".
Como corrobora Gómez-Zapiain, "en la prevención de riesgos son más importantes los mediadores afectivos que regulan el comportamiento sexual, que el gran flujo de información disponible hoy en día. La cuestión no es tanto aportar más información, sino posibilitar su procesamiento a través de la educación sexual".
Inadecuada gestión del deseo erótico
Una educación sexual que pasa, como detalla la sexóloga gasteiztarra, porque "chicos y chicas se conozcan, que sepan cómo funcionan sus cuerpos, que sean capaces de expresar sus deseos, que cuando estén con una persona a la que quieren hablen de lo que quieren y no quieren hacer… Y todo eso está mucho antes de utilizar la postcoital". El problema es que, como añade Gómez-Zapian, "en esta sociedad las relaciones sexuales entre los jóvenes tienden a estar totalmente destaburizadas; lo que está bastante tabuizado es la intimidad".
Al aumento de las tasas de embarazos no deseados entre jóvenes se responde con más condones y más píldoras del día después. "Pero los embarazos no deseados de donde surgen es de una inadecuada gestión del deseo erótico", responde este experto. Y eso no se aprende ni en un folleto farmacéutico ni en una ingeniosa campaña publicitaria.
A juicio de Luis A. Monasterio, presidente de Atseginez, "en el terreno de la sexualidad debemos ser siempre muy respetuosas unas personas con otras. Se suele decir que donde más fácilmente se pierde ese respeto es en cuestiones de dinero y de sexo. De ahí que necesitemos desde que nacemos hasta que morimos una buena dosis de educación sexual, como parte de nuestro desarrollo".
La clave del problema reside en la escuela y, sob
re todo, en la familia. La primera está sujeta a la voluntad política. La segunda tiene una solución más simple. "La mejor aportación de los padres sería transmitirles a sus hijos parte de su propia experiencia, como en cualquier ámbito de la vida. Se trata de ayudarles a proyectar su futuro. Se trata de normalizar el tratamiento de la sexualidad", aconseja Gómez-Zapiain.
Como culmina Luis Monasterio, "ahora que reivindicamos tanto nuestra autonomía, es más necesario que nunca educarnos antes en la responsabilidad, en un ejercicio responsable de nuestra sexualidad".