El 40% de los niños zaragozanos de uno a diez años es mal comedor
Control alimentario. Los hábitos alimenticios de la familia y la falta de tiempo, las causas.
S. LACASTA DE ANDRéS
La imagen del niño enfurruñado ante un plato de menestra se extiende por el 40% de los hogares zaragozanos. Así se desprende del Estudio Zaragoza sobre niños mal comedores que se presentó ayer en la capital aragonesa. Las encuestas realizadas a 592 padres con hijos de 1 a 10 años revelaron como causas principales los malos hábitos alimentarios de los padres, que se convierten en ejemplarizantes para los niños, así como el poco tiempo que pasan los progenitores con sus hijos.
Las edades críticas en este comportamiento son las comprendidas entre 1 y 8 años, siendo el primer año el más complicado según explicó la pediatra Teresa Cenaro. «El cambio de alimentación a esa edad hay que hacerlo lentamente, es natural el rechazo de nuevas texturas y sabores y cada niño lleva su ritmo», indicó.
El psicólogo infantil Luis Torres precisó que es a la edad de 2 a 3 años cuando los niños aprenden a decir que no, por lo que los padres tienen que ser firmes, pacientes e insistir, mostrar tranquilidad y cuidar el tono de voz. No ceder a la exigencias de los hijos es la recomendación que hace Torres a los padres, una actitud que es difícil para muchos que prefieren pasar sin conflictos el poco tiempo que están con sus hijos.
El estudio revela que entre el 30% y el 40% de los padres de niños mal comedores no suele comer ni cenar con ellos durante el fin de semana, ni estar presentes en el desayuno. Así, el 63% de los niños que come mal lo hace con la televisión encendida o juguetes. También la dieta paterna influye, «no se puede pedir a un niño que coma fruta si los padres no lo hacen» indicó Javier Membrado, nutricionista y pediatra.
Las consecuencias de estos hábitos pueden provocar enfermedades y afectar al crecimiento, pero también disminuir el rendimiento escolar y la capacidad de concentración de los niños. Sin embargo los niños que comen mal no tienen por qué estar delgados, pues un tercio de los padres encuestados afirmó que sus hijos tienen un peso normal.
A su vez el comer mal puede producir transtornos a largo plazo como hiperactividad u obesidad, consecuencias de una dieta monótona. También las familias son las afectadas por esta conducta, pues un 66% de los padres con hijos mal comedores declaró padecer ansiedad y estrés por la conducta de los niños en la mesa.
Además de la paciencia y la firmeza los expertos recomiendan que ante el rechazo de una comida, el padre insista cinco minutos más y pasar al postre, no forzar al niño a comer con amenazas de castigo u ofreciendo recompensas y apoyarse en complementos nutricionales para completar la alimentación durante la reeducación