El abandono escolar solo remite entre extranjeros
Los inmigrantes dejan las aulas en la obligatoria y los españoles, más tarde – La oleada de alumnos foráneos ha puesto a prueba un sistema sin salidas para los jóvenes con más dificultades.
J. A. AUNIÓN 14/07/2010. El País.
La cifra de abandono educativo temprano es una sola, y es tan tremenda como insoportable para un país con las aspiraciones económicas y sociales de España: un 31,2%, el doble de la media europea. Pero abandonos escolares hay muchos: está el del que no consigue el título más básico, el de ESO, y se ve empujado al mercado de trabajo sin la formación mínima que se ha marcado la sociedad. Está el que consigue ese título, pero igualmente se lanza a trabajar atraído por el empleo fácil o hastiado de un sistema educativo que no responde ni a sus intereses ni a sus necesidades. Y también está el que empieza el Bachillerato, o la FP de grado medio, y lo deja antes de concluirlo porque no se ve capaz o por una mezcla de todas las razones anteriores.
Entre los españoles, el abandono es del 28% y entre los extranjeros se eleva hasta un 46%.- JOAN SÁNCHEZ
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El Gobierno admite que España no puede permitirse un abandono del 31%
Para comprender el que se ha señalado por activa y por pasiva como el gran problema de la educación española -ese 31% de jóvenes que dejan de estudiar después de la enseñanza obligatoria, con o sin el título de ESO, y sin uno de Bachillerato o FP- conviene verlo con todos sus matices y problemas particulares. Por ejemplo, que abandonan mucho más los chicos que las chicas (el 38% de ellos frente al 26% de ellas), o que más de la mitad de los que saltan en marcha lo hacen ya en la etapa posobligatoria, el Bachillerato o la FP, según un estudio de la Fundación La Caixa.
Un reciente trabajo de la Fundación 1º de Mayo de CC OO se ha detenido en las diferencias de abandono entre jóvenes españoles y extranjeros. Y han visto, para empezar, que a pesar de que la cifra creció en España en la última década más de 1,5 puntos -la media de la UE bajó del 17,6% al 14,9%-, si se toman por separado los datos de nativos e inmigrantes y no se tiene en cuenta el aumento de la población, las dos comunidades han mejorado. Entre los españoles, el indicador está estancado, con una ligera mejoría (del 29% al 28%). Mientras, para los extranjeros bajó del 53,1% al 46,4%. El aumento de un 777% de la población inmigrante de 18 a 24 años, entre los que el abandono es mucho mayor, es la causa de que, a pesar de la mejora por separado, la cifra total haya empeorado, explica el trabajo de la 1º de Mayo, que ha escrutado los datos de la Encuesta de Población Activa de la última década.
En 2009 mejoraron las estadísticas en general con respecto a 2008, de un 32% a un 31,2%. Los autores del trabajo (Manuel de la Cruz y Miguel Recio) creen que ha sido por la crisis: con menos empleo, hay mayor propensión a seguir estudiando en lugar de quedarse en casa. Sin embargo, otros estudiosos como el catedrático de Sociología de la Complutense Julio Carabaña creen que todavía no se puede notar ese factor. En cualquier caso, si se toma 2008, año que arroja uno de los peores datos de la década en abandono, y se separan los alumnos por su procedencia, las cifras dan el mismo resultado: estancamiento entre los españoles y gran mejoría para los extranjeros.
Los autores del estudio insisten en que no se trata de echar ninguna culpa sobre los inmigrantes, pero lo cierto es que, mirada de este modo, la estadística más famosa de la educación española, aún siendo muy preocupante e indiscutiblemente grave en cualquier caso, dibuja un mapa distinto y problemas particulares.
Tomando solo a los jóvenes españoles, el abandono ha crecido en Madrid (3,8%), La Rioja (2,6%), Castilla y León (1,3%) y Aragón (0,4%); y ha decrecido en Extremadura (-9,1%), Baleares (-5,4%), Navarra (-5,1%) y Galicia (-5%). Para los jóvenes extranjeros, la evolución por comunidades no se puede hacer, ya que en 2000 la población extranjera era muy pequeña. Así, los autores del estudio dan la cifra actual de abandono en este colectivo. Los peores datos están en Extremadura (82,1%), Galicia (58,5%), Andalucía (55,8%) y Baleares (53,4%); y las más bajas, en Asturias (38,4%), Aragón (38%), Madrid (36,8%) y Canarias (34,9%).
A pesar de que el dato de abandono educativo temprano (el número de jóvenes de 18 a 24 años que solo completa la etapa obligatoria) es una de las principales convenciones internacionales para comparar la salud de los sistemas educativos, tiene una parte que no dice nada de la escuela de un país. La razón es que una parte de esos alumnos extranjeros que engrosan la estadística no ha llegado ni siquiera a pasar por el sistema educativo español. «Tenían 15 o más años (edad a partir de la cual su paso por el sistema es irrelevante para conseguir titulación, si es que se produce) un 71,2% de los que llegaron en 2000 y un 73,2% en 2009», explica Miguel Recio.
Esto no significa que no sea importante para el conjunto de la sociedad mejorar el nivel de formación de este colectivo, sino que lo primordial para hacerlo es ofrecerles oportunidades de reenganche en los centros de personas adultas o con cursos de formación continua o con facilidades reales para compaginar estudio y trabajo. El curso que acaba de terminar, la matriculación en las escuelas de adultos, llenas en realidad de jóvenes de 18 a 24 años, ha crecido un 18% en los cursos para sacarse la ESO y un 17% en los de preparación para acceder a ciclos formativos de FP.
En cualquier caso, todo esto tampoco debe ocultar la otra cara de la estadística, la que sí habla de la escuela española. Aun cuando hay factores externos a la escuela que condicionan enormemente el abandono, la cifra también habla de la incapacidad del sistema para contrarrestarlos. Pero vayamos por partes.
Hay, por supuesto, razones educativas, de calidad y atención, pero también de nivel de exigencia. Los ejemplos más claros son La Rioja, con una cifra muy alta de abandono, y Castilla y León, que ha visto aumentar el porcentaje de abandono entre los estudiantes españoles, y, sin embargo, tienen niveles en PISA (el informe de la OCDE que mide el aprendizaje en medio centenar de países) cercanos a los mejores del mundo en sus alumnos de 15 años, y también en los de 10, según la última evaluación del Ministerio de Educación de la enseñanza Primaria. Esto se puede deber, según distintos expertos, al estilo de evaluación del profesorado, que cree que siempre hay que suspender a parte de la clase, en lugar de aprobar a todos los que pasen un mínimo.
Hay otra parte muy importante, efectivamente, de inercia social -que depende del origen socioeconómico del alumno y de su alrededor- y otra más que tiene que ver con el mercado de trabajo: cuando hay mucho empleo para personas sin cualificación los estudios se dejan de lado. Las comunidades mediterráneas, en especial las Islas Baleares, con mucho turismo, probablemente son el paradigma de este factor vinculado al abandono escolar temprano.
En el caso de los inmigrantes, la proporción de clases sociales humildes es mucho mayor que en la población en general, y eso casi siempre se traduce en una mayor importancia por el trabajo que por los estudios. A la falta de recursos económicos, que precipita esa ecuación, se suman las dificultades de cambiar de país y de sistema escolar, de idioma, explica el profesor de Sociología de la Universidad de Salamanca Jaime Riviere.
El volumen de la inmigración sobre la población total, la composición y procedencia de la comunidad extranjera pueden condicionar las diferencias entre comunidades. Unas diferencias que, según Riviere, también se deben al tiempo que cada autonomía lleve recibiendo oleadas migratorias. «Las zonas con inmigración más reciente deben tener peores resultados que las zonas que ya están habituadas a este fenómeno», ya que los recién llegados tienen más dificultades que los que llevan más tiempo escolarizados en España y también que quizá el sistema vaya aprendiendo poco a poco a trabajar mejor con estos alumnos.
Todos estos factores no afectan de igual modo a españoles y extranjeros y, aunque hay indicios, las causas no están totalmente claras, según un estudio de la Fundación La Caixa firmado por Riviere, Mariano Fernández Enguita y Luis Mena. Objetivamente, los momentos en los que abandonan no son los mismos. Entre los españoles, la mayoría (el 61,2%) lo hace en la educación posobligatoria, cuando ya ha empezado el Bachillerato o un ciclo de FP, mientras que la mayoría de los extranjeros no acaba con éxito la ESO. Por lo tanto, dentro de la misma estadística, terminan en peores condiciones, porque los españoles, si quieren seguir estudiando pueden hacerlo sin más, mientras que los extranjeros tienen vías de reenganche más complicadas para acabar la etapa obligatoria.
Así pues, mientras las características del fracaso entre los inmigrantes son las clásicas de una coyuntura que responde a factores muy determinados y con soluciones ya ensayadas en este país durante décadas, el abandono entre los españoles parece estructural: un 28%, 13 puntos por encima de la media de la UE, un dato preocupante y de peor solución. Poseedores de muchos más recursos y comodidades que sus compañeros extranjeros, quizá están hibernando en un aburrido sistema educativo que no les satisface. Si bien la crisis actual (que se prevé larga) puede detenerles más tiempo en las aulas, según distintos expertos, eso no parece suficiente. Sobre todo si se tiene en cuenta cómo la mayoría de países de la UE han mejorado sus cifras entre 2000 y 2008 (del 17,6% al 14,9%. La secretaria de Estado de Educación, Eva Almunia, ha admitido que España no puede permitirse un abandono tan alto que apenas se ha movido en una década.
«Está claro que España se queda atrás mientras los demás avanzan. Esto significa que hay que aplicar nuevas medidas: atender los problemas en Primaria y primer ciclo de la ESO, reducir la repetición, flexibilizar la consecución del título de la ESO o postobligatorias, potenciar las segundas oportunidades (centros de adultos, etcétera). Si no cambiamos, para 2020 vamos a seguir así de mal», dicen los autores del estudio de la Fundación 1º de Mayo. En esa dirección, de hecho, van muchas de las medidas que está intentando introducir el Gobierno. Por ejemplo, el aumento de refuerzos en Primaria y Secundaria, de los programas preprofesionales para los alumnos que no consiguen el título por la vía ordinaria, la futura reforma de 4º de ESO para orientarlo en dos vías (una hacia la FP y otra al Bachillerato, aunque sin ser excluyentes), o incentivos a las empresas para que faciliten a sus empleados jóvenes compaginar estudios y trabajo.
El catedrático de Sociología de la Universidad Complutense Julio Carabaña argumenta que la estadística de abandono educativo temprano es consecuencia directa, ni más ni menos, que de la configuración del sistema educativo. Según escribe en una reciente publicación titulada Una vindicación de la escuela española, la escasez de titulados de FP de grado medio se debe a que los alumnos que suspenden la ESO tienen vetado su acceso, algo que no pasaba con la antigua EGB. Ese es el auténtico talón de Aquiles, ya que la proporción de titulados en Bachillerato está muy cerca de las medias internacionales.
El medio más directo para disminuir el abandono «es reordenar el sistema educativo creando escuelas, itinerarios o modalidades de enseñanza que puedan acoger a los actuales fracasados escolares hasta obtener un título», dice el catedrático. Hacia ahí apuntan muchas de las medidas que está poniendo o va a poner en marcha el Gobierno. Pero, acto seguido, se pregunta: «¿Se derivarían de ello grandes bienes para los afectados y para la economía? En ningún caso. Aumentarían los títulos y los titulados, pero muy poco las cualificaciones y las competencias».
Entonces, ¿cómo se puede mejorar? Carabaña sostiene en su texto que, llegados a un nivel, es muy difícil mejorar los resultados educativos. Lo que propone, tras hacer una lectura de los resultados del informe Pisa en la que las diferencias entre un enorme grupo de países intermedios (entre ellos, España) son insignificantes, es una suma de mejoras individuales. «Los administradores pueden mejorar la eficacia y eficiencia de los recursos, los directores, la motivación y el orden de sus centros, los profesores mejorar sus clases, los alumnos intensificar su estudio, los padres perfeccionar su cuidado. Ninguno tiene que esperar a los demás, y ninguno debería, además, invadir el terreno del otro».