El número de niños que come en el `cole´ se duplica en nueve años
ACTUALIDAD EN LAS AULAS.
En Zaragoza, la cifra de escolares ha pasado de los 10.410 del año 1999 a los 20.782 actuales. El 60% de las mujeres aragonesas trabaja, algo determinante en el incremento de la demanda.
27/04/2008 MICHEL VALLéS / PERIÓDICO DE ARAGÓN
Los tiempos cambian. En Aragón, el 60% de las mujeres trabaja. Este dato es fundamental para entender otro: el número de niños que hacen uso de los comedores escolares se ha duplicado en los últimos nueve años. El trabajo de los padres obliga a las familias a reordenar sus tiempos. Cada vez es más complicado acudir a casa al mediodía o no hay tiempo suficiente para ir a recoger a los hijos al colegio. Por ello, el servicio de comedor se ha convertido en uno de los más demandados en los centros escolares y también en una razón determinante a la hora de elegir un colegio u otro.
El crecimiento más brusco se produce en el medio urbano, sobre todo en Zaragoza. Las cifras hablan por sí mismas. En el curso 1999–2000 hacían uso de los comedores 10.410 alumnos. Desde entonces el número no ha cesado de incrementarse, hasta situarse en los 20.782 del actual año. Además, las previsiones son de un progresivo aumento de la demanda de este servicio.
Las cifras son algo más discretas en Huesca y en Teruel, aunque también se detecta una paulatina subida. Así, en Huesca en el curso 1999–2000 comían en los colegios 4.405 estudiantes, mientras que hoy lo hacen 5.559. En Teruel la necesidad de este servicio es importante, a tenor de las cifras, aunque también dibujan una línea ascendente. Hace nueve años 641 niños se quedaban al mediodía en los centros. En la actualidad, son 1.705 los chavales que no comen con sus padres.
MÁS COMEDORES
Las necesidades de las familias han obligado a la Administración a realizar también un esfuerzo para construir más comedores. Todos los nuevos centros que se levantan en Zaragoza cuentan ya con este servicio. Además, se intenta dotar, si hay posibilidades de espacio, a los colegios existentes. En Zaragoza se ha pasado de los 92 del curso 99/00 a los 114. El crecimiento no ha sido parejo al de la demanda. Por ello, desde la Federación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos de Aragón se reclama un mayor esfuerzo al Gobierno «para habilitar más espacios y para reformar los existentes, que muchas veces se han quedado obsoletos», dijo Teresa Paniello, presidenta de Fapar.
En estos momentos, en la comunidad existen dos modalidades de comedores, los gratuitos, que están ubicados en pueblos pequeños y que están destinados a los alumnos que se han de desplazar a otros municipios para recibir clases. Y el resto, que son la mayoría, se sitúan en las ciudades y son de pago para las familias. A pesar de ello, se pueden solicitar becas, subvencionadas por los ayuntamientos y Educación.
En los colegios urbanos se dan también dos tipos de casos. Unos tienen cocina propia y elaboran en las instalaciones los platos. Es el caso, por ejemplo, del Cándido Domingo. «Tenemos 282 niños cada día comiendo y en el 2000 había 120. Es un servicio muy importante para las familias. Y la verdad es que están muy contentas porque se ofrecen unos menús muy buenos, de bastante calidad», dijo Gumersindo Gutiérrez, director de este centro. Cada mañana, la encargada de los fogones de este centro del Arrabal encarga la comida a la empresa concesionaria, que luego ella elabora.
Pero en la mayoría de los colegios se funciona con un servicio externo de empresas que traen cada jornada los platos cocinados y los sirven a los niños. Además, este año se ha puesto en marcha un nuevo sistema, que consiste en llevar la comida fría hasta los centros y luego calentarla. «Permite incrementar la calidad, pues los platos que servimos están en mejor estado. Lo hemos implantado este año por primera vez en Tarazona y en un centro de Zaragoza. Y la verdad es que estamos satisfechos», explicó Miguel Ferrando, de la empresa Serunión, una de las concesionarias del Gobierno de Aragón.
De una forma o de otra, lo que está claro es que el comedor se convierte en imprescindible para hacer realidad la tan traída conciliación entre vida laboral y personal. La demanda de las familias es cada vez mayor y seguirá creciendo.
REPORTAJE.
«El comedor es vital para las familias»
Los padres señalan la importancia de los comedores y reclaman mejores condiciones.
27/04/2008 M. V. V. / A. M. PERIÓDICO DE ARAGÓNA las doce del mediodía el primer turno de alumnos del Hilarión Gimeno entra en el comedor. Cada día pasan en torno a 300 niños. Las monitoras son las encargadas de ordenar a los alumnos, de estar pendientes y también, muchas veces, de animarles a probar la comida. Los padres dejan a sus hijos en sus manos.
«Es un servicio vital, imprescindible hoy en día para todas las familias», explica María Jesús Chacón, presidenta del APA del Hilarión y que lleva a su hijo de manera eventual al comedor. «Para él es como una fiesta porque solo se queda de vez en cuando. La verdad es que está encantado», admite. «La demanda es cada vez mayor. En este colegio no ha dejado de crecer en los últimos años», indica Francisco Rodríguez, otro de los padres de este centro. él deja todos los días a sus dos hijos en el comedor. «Es la única manera que tenemos de organizarnos. Trabajamos los dos miembros de la pareja y al mediodía no hay tiempo para ir a buscarlos», admite Francisco. En cuanto a la calidad de la comida les parece «aceptable», aunque algunos alimentos como el pescado «no son todo lo buenos que deberían». De todas formas, reconocen que la dieta equilibrada no depende exclusivamente de los colegios y que son ellos mismos quienes deben educar a sus hijos en los hábitos saludables. «Hay padres que se quejan de la comida. Dicen que es mala o que no es saludable. Pero luego ellos, en cuanto están con sus pequeños les dan pizza o los llevan a lugares de comida rápida», denuncia este padre. Aun así, «hay veces que la comida está tan recalentada que se queda seca y es menos apetecible para los críos», dice María Jesús.Precisamente para mejorar la calidad, en el colegio Lucien Briet funciona un nuevo sistema que consiste en traer la comida en frío al centro, para luego cocinarla in situ. La encargada de hacerlo es Olga, que cada semana solicita lo necesario para alimentar a los 65 niños que se alimentan en el centro diariamente. «Conservamos los platos entre los 0 y los 8 grados. Luego los sacamos y los introducimos en hornos de inducción que los dejan casi como recién hechos», especifica. «Creo que la calidad que se obtiene es mejor que en los centros donde se lleva ya caliente. Los niños lo agradecen», reconoce Pilar García, jefa de estudios del Lucien Briet. En este caso, las instalaciones son nuevas y amplias «Aunque los primeros meses tuvimos que habilitar unas aulas a modo de comedor», recuerda.Menos espacio tienen en el colegio Miraflores, construido hace 26 años. Y el paso del tiempo se ha dejado notar. El comedor se diseñó para unos 100 alumnos, sin embargo en la actualidad son casi 500 de todas las edades los que los ocupan cada día. El grado de masificación obliga a trabajar en unas condiciones difíciles tanto a monitoras como a cocineras, que deben desarrollar su labor en un espacio reducido. Los alumnos comen en dos turnos y sin apenas hueco. A eso se suma que deben hacerlo a gran velocidad para dar paso a los siguientes. Los padres aplauden la labor de las empleadas y alaban su dedicación. Pese a ello, piden una ampliación para que la hora de la comida sea más cómoda.
LOS TRABAJADORES.
Los monitores piden más tiempo para atender a los escolares
Se quejan de que los niños están sentados en la mesa solo media hora.
Los monitores de comedor de la comunidad aragonesa vienen criticando desde hace años la premura con la que tienen que comer los niños en los colegios. Aseguran que como media los alumnos pasan entre 20 y 30 minutos delante de los alimentos.
En Aragón, todo el personal que trabaje como monitor de comedor escolar en centros públicos y privados debe tener la titulación de monitor de tiempo libre y manipulador de alimentos. Su jornada, según se establece por convenio, varía, según los centros, entre las dos y las tres horas. «Con motivo de la decisión de los consejos escolares de más del 50% de los centros públicos de Aragón de modificar los horarios lectivos y del periodo intersesiones, desde hace dos años a esta parte, estas funciones no pueden llevarse a cabo en su totalidad. Por consiguiente, el servicio no llega a ser de la calidad deseada con el perjuicio del usuario que en este caso es el niño, los padres que lo costean, y los trabajadores que ven recortada su nómina», denuncia Ana Royo, trabajadora de comedor y representante del sindicato UGT.
Los monitores de comedor piden que se regule más el sector y que se dé más tiempo a los niños a la hora de la comida. «Los padres continúan pagando lo mismo por un servicio de comedor que no ofrece la misma calidad que antes. Porque los niños ya no comen, sino que se ven obligados a engullir a gran velocidad por falta de tiempo. Y quienes los alimentamos tampoco podemos pararnos a enseñarles o a controlar que efectivamente están comiendo aquello que no les gusta, como verdura o fruta. Y la responsabilidad de todo esto la tienen la Administración y el Departamento de Educación», explicó.
En apenas tres horas, los niños de 3 a 12 años tienen que comer, relajarse, disfrutar del descanso y estar preparados para afrontar las clases de la tarde y las actividades extraescolares. Además, las trabajadoras denuncian que tienen que preparar fuera del horario de trabajo las actividades a realizar con los pequeños, hablar con los padres que así lo soliciten, comunicar al equipo directivo las incidencias habidas y elaborar el proyecto y la memoria de fin de curso.
Las monitoras de comedor, la mayoría mujeres, piden que se cierre cuanto antes un acuerdo que regule definitivamente esta actividad. «Para que así podamos prestarla como a nosotras nos gustaría, con la máxima calidad posible», destacó Royo.