En el colegio, el niño no come, engulle
El Periódico de Aragón
Las monitoras de comedores escolares advierten de la pérdida de calidad del servicio si se reduce el horario de comidas, ya que los niños comen a toda prisa sin atención personalizada
Cada vez se controla más lo que los niños comen en los centros escolares. Las alarmas sobre la obesidad infantil y la exigencia de una alimentación sana y equilibrada, entre otros aspectos, han puesto en marcha toda una serie de medidas encaminadas a mejorar los menús por parte de dietistas y la calidad de los propios alimentos. Sin embargo, parece que se está olvidando del cómo y del quién. «Los padres continúan pagando lo mismo por un servicio de comedor que no ofrece la misma calidad que antes. Porque los niños ya no comen, sino que se ven obligados a engullir a gran velocidad por falta de tiempo. Y quienes los alimentamos, tampoco podemos pararnos a enseñarles o a controlar que efectivamente están comiendo aquello que no les gusta, como verdura o fruta. Y la responsabilidad de todo esto la tiene la Administración y el Departamento de Educación».
Ana Royo lleva seis años trabajando como monitora en el comedor de un colegio público. Y como ella, alrededor de 1.200 mujeres en Aragón, la mayoría en la provincia de Zaragoza. Pero de un tiempo a esta parte, está comprobando cómo en la mayoría de los centros escolares se va reduciendo poco a poco el tiempo que los niños tienen para comer.
«Creemos que es el momento de regular a este sector. Y que la futura Ley de Educación Aragonesa nos confiera la importancia que tenemos dentro del sistema», afirma.
La función de estas monitoras escolares es la educación y vigilancia de los niños de Infantil y Primaria –de los tres a los doce años– tanto en el comedor como en el espacio entre mañana y tarde. «Hasta ahora, la mayoría de los colegios contaba con tres horas para que los escolares comieran y descansaran. Pero, este horario se está reduciendo, poco a poco, al mínimo que marca la ley, que son dos horas», explica.
Y en este tiempo, estas mujeres recogen a los niños pequeños a la salida de clase, les ponen las batas, les asean las manos, les acompañan al retrete, les dan de comer, les lavan las manos, les quitan la bata y los preparan para la vuelta a clase con una serie de actividades ya programadas. «El número de monitoras depende del número de alumnos de cada centro. Pero si se reduce el tiempo, todo se hace más deprisa para dar cabida a la totalidad de los turnos, generando en todos bastante estrés», añade.
Por otro lado, esta reducción también tiene consecuencias económicas en estas mujeres, que cuentan con la titulación de monitor de tiempo libre y con el carnet de manipulador de alimentos. «El perfil de esta trabajadora es el de una mujer de 40 a 50 años y madre que quiere compatibilizar un trabajo con el horario escolar de sus hijos. Muchas son viudas o separadas que por primera vez acceden al mercado laboral por pura necesidad. Y que en ocasiones se ven obligadas a buscarse otro empleo», insiste.
Y es que el salario máximo por trabajar tres horas diarias durante los 177 días lectivos de este curso 2007-2008 es, para las monitoras de centros públicos, de 5.305 euros brutos al año. Y si se rebaja a dos horas diarias, un máximo de 3.500 euros brutos. Eso, en el caso de que trabajen la totalidad de los días marcados. «Todavía lo tienen peor quienes trabajan en centros concertados y privados», admite. Ante este panorama, estas mujeres no se achantan y, a través del sindicato UGT, ya han planteado un conflicto colectivo a las tres empresas que actualmente tienen la contrata de este servicio.