Golpe a la economía doméstica

FLOR Miguel Gamarra. Presidenta de Fapar.
Publicado en El Periódico de Aragón el 20 de Julio de 2015.
La desaparición del programa de gratuidad de libros de texto hace tres años, que inicialmente solo rechazamos las familias, y que nos permitía mediante la fórmula del préstamo disponer de los libros de texto gratuitos cada curso escolar, supuso un duro golpe para las maltrechas economías familiares. Para paliarlo, las APA y algunos centros, pusieron en marcha bancos de libros sin ningún tipo de ayuda ni apoyo de la Administración, que con la reutilización de los libros heredados del mencionado programa, paliaron el desembolso entre 200 y 400 euros que supone por hijo cada curso escolar
El siguiente gran mazazo lo supuso la aprobación de la LOMCE, que unido al desgaste de los manuales ya existentes, sirvió de justificación en muchos centros para cambiar los libros de texto y forzar a la nueva adquisición, individual de las familias o colectiva en los bancos de libros.
La tardía aprobación del currículo aragonés de Primaria (20 de junio de 2014), la precipitación con la que se impuso su implantación y la rapidez con la que algunos centros los adoptaron, supuso que el curso 14-15, muchos centros modificasen los materiales, desoyendo las peticiones de colectivos y órganos, como el Consejo Escolar de Aragón o el propio Departamento de Educación, y que algunos libros de determinadas materias deben volver a ser cambiados en el curso 15-16 para adaptarse al currículo aragonés.
La paralización de la implantación del currículo aragonés de la LOMCE en Secundaria y Bachillerato, nos daba esperanzas a las familias de que no se modificasen los libros en esta etapa. Así lo hemos pedido desde Fapar, así lo hemos trasladado a nuestras APA para que lo reiteren en sus consejos escolares y así lo ha recomendado la nueva consejera.
Sin embargo, nuestra preocupación no disminuye al escuchar a los editores y libreros. A los primeros, decir que no habrá problemas porque tienen adaptados los libros a los mínimos LOMCE que se respetan en la paralización de la implantación en Secundaria y Bachillerato y, en consecuencia se pueden adquirir estos sin problemas y así se lo trasladarán a los centros, porque esto implica posible modificación de los libros. A los segundos, decir que en el caso de que no se mantengan los libros LOE, no se garantiza su existencia puesto que estos han dejado de editarse, lo que anima, sin duda, a su modificación para garantizar libros nuevos para todos. Y además, el necesario respeto a la autonomía de los centros en la que los docentes pueden decidir qué materiales deben emplearse.
Más allá de nuestro rechazo como federación a la reforma educativa LOMCE, en estos momentos hay una incertidumbre razonable sobre el futuro de la misma y que, solo eso, debería hacer reflexionar a quienes tienen competencia para decidir el material con el que se trabaja en el aula sobre la modificación de los libros. Porque en medio de todo esto, las familias somos, una vez más, las grandes damnificadas. Desde Fapar hemos manifestado que este problema no se solucionará:
1. Mientras no seamos conscientes de que la Constitución en su artículo 27.4 dice que la enseñanza básica es obligatoria y gratuita y si eso no se respeta, estamos incumpliendo el principio de igualdad de oportunidades que la escuela debe abanderar, porque tener que adquirir libros genera desigualdades.
2. Mientras el libro siga siendo considerado como la principal herramienta en el proceso de enseñanza-aprendizaje de nuestros hijos e hijas. Y todos sabemos que eso no debe ser así, lo sabemos porque también hay docentes que lo han demostrado, que elaboran materiales propios adaptados a las necesidades de sus alumnos, que intercambian esos materiales y los enriquecen con aportaciones de compañeros, que también trabajan con materiales digitales, que permiten al alumno desarrollarse, porque estamos en el siglo XXI, al margen de la obsoleta esclavitud de un libro de texto.
3. Mientras las familias seamos las sustentadoras de un negocio que nos utiliza para su lícito beneficio. Sin ir más lejos, cuando los libros de texto eran adquiridos por la Administración y prestados a las familias, empezaron a hacer imprescindibles cuadernillos de trabajo anexos a los libros, excluidos del programa de gratuidad y que a las familias se nos obligaba a adquirir con un coste importante. En estos días son numerosas las quejas que en nuestra federación recibimos en este sentido, muchas las muestras de indignación y también de resignación, porque somos sufridores de un problema, que no hemos generado y cuya solución no está en nuestras manos tampoco. Por eso apelamos de forma urgente a los centros que están planteando modificaciones de libros, por las razones que fueren, que lo reconsideren y busquen alternativas de trabajo que no supongan desembolsos innecesarios a las familias.
En el futuro inmediato, al departamento hay que pedirle que valore la vuelta al programa de gratuidad de libros, que no necesariamente debe hacerse con textos en papel, sino buscando la fórmula y alternativas que mejor se ajusten al proceso de enseñanza-aprendizaje de chicos y chicas en el siglo XXI, pero que de verdad garanticen un derecho que todos tenemos reconocido en nuestra Constitución.
FLOR Miguel Gamarra.
Presidenta de Fapar.