Hacia dónde camina la educación en Aragón

No creo necesario incidir en la importancia que para una sociedad tiene la educación y que esto lo debería tener especialmente asumido los dirigentes políticos. Otra cosa diferente es cuando los responsables de gobernar han de plasmar y concretar esa importancia en los presupuestos.
En ese momento, nos encontramos con un divorcio entre lo dicho y lo hecho y eso es lo que ha sucedido en los últimos presupuestos destinados a educación en Aragón. Dicho esto, me preocupa que se nos repita constantemente que estamos en crisis, empleándola como excusa para justificar recortes en la educación pública, como si los ciudadanos no lo supiéramos y la sufriéramos; me preocupa que se confunda a la opinión pública diciendo que todo lo financiado con fondos públicos es público, olvidando que para ser público ha de tener gestión y control público; me preocupa que se quieran patrimonializar palabras como esfuerzo, calidad, excelencia, eficiencia, y que se olviden otras como equidad, compromiso, participación, igualdad de oportunidades; me preocupa que se quiera tapar el nivel de fracaso escolar de nuestras aulas a costa de segregar alumnos, en lugar de buscar una atención personalizada para todos; me preocupa que se pretenda mejorar la convivencia en las aulas dotando de autoridad al profesorado por decreto, en lugar de darle más y mejor formación, al suprimir los CPR; me preocupa que se quiera clasificar a los centros, sabiendo que no todos parten de la misma salida en esta absurda carrera, en lugar de dotarles suficientemente de recursos humanos y materiales; me preocupa que la Formación Profesional vuelva a ser el cajón de sastre de los desahuciados; me preocupa que se deje a la mal llamada y engañosa autonomía de centros que accedan a programas y servicios por sus propios medios, en lugar de compensar sus desigualdades; me preocupa que se carguen en las familias costes educativos que en la enseñanza obligatoria y gratuita deben ser asumidos por las administraciones públicas convirtiéndonos no en usuarios de un servicio público, sino en meros clientes; me preocupa que se santifique la libertad de elección de centro y no se hable de distribución equilibrada del alumnado; me preocupa que la dispersión demográfica y las peculiaridades orográficas de nuestro territorio, especialmente rural, se vean como una amenaza en lugar de como una responsabilidad; me preocupa que se diga que la asignatura Educación para la Ciudadanía adoctrina, en lugar de formar en valores comunes a todos los ciudadanos; me preocupa que se cuestione la necesidad de becar a los alumnos en enseñanzas no obligatorias y, sobre todo, superiores, por necesidades socioeconómicas; me preocupa que se emplee la necesidad de ampliar el tiempo de Bachillerato como excusa para concertar este nivel; me preocupa que dividamos la sociedad en ciudadanos de primera y de segunda, donde la diferencia sea el poder adquisitivo de las familias, porque siendo uno de los sistemas educativos más equitativo no seamos capaces de compaginarlo con la necesaria mejora de los resultados académicos.
En definitiva, me preocupa que hayamos conseguido en los últimos años grandes avances en la escuela pública y que en estos momentos se vea seriamente amenazada.
Juan Ballarín
Presidente de FAPAR
¿Grandes avances en la escuela pública?
¡No será por los resultados de los alumnos en las pruebas de evaluación!