Holanda impone más horas de clase en secundaria
El rechazo de alumnos y escuelas provoca una rebelión en la calle
EL PAÍS / ISABEL FERRER – La Haya –
Todos los centros holandeses de secundaria deben impartir 1.040 horas lectivas anuales en los tres primeros cursos. Esta normativa se aprobó en 2006, pero su aplicación no había sido controlada por el Ministerio de Educación. Al hacerlo, a finales del pasado noviembre, la secretaria de Estado, Marja van Bijsterveldt, descubrió que sólo una de cada cinco escuelas había programado suficientes clases para cumplirla. Después de imponer multas a 26 centros, la política subrayó el carácter obligatorio del horario. Su gesto provocó una rebelión de los estudiantes que acusaron al Gobierno de primar la cantidad sobre la calidad de la enseñanza.
Las manifestaciones que siguieron hasta que las tres partes acordaron «llenar de contenido» las horas exigidas, sorprendieron a las autoridades y cogieron casi por sorpresa a las fuerzas del orden. El rostro de la subsecretaria tardó en recomponerse. Resuelta a no perder el pulso con el estudiantado, Van Bijsterveldt recordó al principio que las 1.040 horas no eran nuevas. Tampoco pretendían mejorar los resultados obtenidos en el reciente informe PISA, que sitúa a Holanda en el grupo de los 10 mejores países, si bien con algunos puntos menos que años anteriores.
El horario era necesario «porque la cantidad debía garantizar la calidad de las clases», en opinión de la secretaria de Estado. También recordó que la norma siempre había sido flexible pues fija un mínimo de 1.000 horas (sobre la base de las 1.040) para el primer ciclo; 960 en 4º y 5º (de un máximo de 1.000), y 660 en el último curso (de 700 en total). En teoría, había garantías suficientes para que las clases fueran buenas y no cabían protestas. En la práctica, la situación dejaba mucho que desear según el Comité Nacional de Estudiantes en Acción, que coordinó las manifestaciones en contra de la medida.
Según su líder y nueva figura emergente del panorama estudiantil, Sywert van Lienen, el plan de Educación equivalía a «encerrar en un corral a los alumnos» porque falta profesorado. Las críticas del comité, compartidas por la mayoría de los docentes, llevaron a Educación a acomodar sus exigencias iniciales. Dejó que 40 de las 1.040 horas en litigio se dedicaran a otras actividades educativas. Otro grupo de 72 horas de prácticas, obligatorias a partir de 2011, serán computadas como clases. Dos concesiones que no aplacaron a los alumnos. Como el Parlamento apoyó al Gobierno, los ánimos sólo se calmaron cuando la propia secretaria de Estado, alumnos y docentes acordaron unirse para «darle calidad» al horario.
Manifestaciones atípicas
La protesta estudiantil contra el aumento de horas de clase dejó en las calles holandesas una galería de imágenes atípicas. Los días anteriores a la manifestación del 3 de diciembre en Amsterdam hubo carreras, lluvia de huevos contra edificios oficiales y destrucción de mobiliario urbano. La policía antidisturbios acabó utilizando sus tanquetas de agua a presión y efectivos a caballo. Muchas escuelas prohibieron a los alumnos de primer ciclo (entre 1º y 3º) desplazarse a la ciudad.
Los de segundo (entre 4º y 6º) sólo pudieron viajar con el permiso paterno, previamente comprobado por sus profesores. Una vez salvados todos los trámites, buena parte de los centros de periferia fletaron autobuses para llevar a los adolescentes -que pagaron 10 euros por el servicio- al escenario de la protesta. Una vez en Amsterdam, 15.000 jóvenes «mantuvieron las formas», según la policía, casi hasta el final. Al menos 60 de los que decidieron prender fuegos artificiales y lanzar huevos acabaron detenidos. El resto desapareció por la ciudad, o simplemente, regresó a su casa en los mismos autocares de la ida.