La buena escuela necesita manos
El informe PISA de la OCDE ha venido a demostrar que el aumento, sin más, de la inversión en educación no garantiza la mejora de la calidad. Por eso, en su último informe, sus responsables se afanaron en buscar gastos concretos que compartieran los países que han avanzado. El ejemplo más claro que encontraron es que el aumento de los salarios de los profesores es más eficaz que la reducción de alumnos por clase. Habría que añadirle muchos matices y muchos peros a tal afirmación. Sin embargo, a escala española da igual, pues en España se bajan los sueldos del docente al tiempo que, con toda probabilidad, se aumentará la relación de alumnos por clase.
La calidad de un sistema educativo nunca superará la de sus maestros y profesores, dicen los expertos.- SANTI BRUGOS
- El profesorado paga la mayor parte del ajuste
- El fracaso educativo de España, que no se atajó en los años de crecimiento, tendrá un gran abono en los nuevos recortes
- PISA constata que maestros satisfechos mejoran el nivel del alumno
EL PAÍS -J. A. AUNIÓN – 25/03/2011
Cinco autonomías no sacarán plazas de maestros este año
El gasto educativo debe ser ajeno al vaivén económico, afirma un experto
El grueso del recorte de unos 1.800 millones de euros que las comunidades y el Gobierno han decidido para la educación, en el contexto de crisis económica, lo soportarán los sueldos docentes. Además, en el último mes se han sucedido las protestas por las restricciones de los Presupuestos del Estado en forma de oposiciones docentes con muy poca oferta, un 30% de tasa de reposición: solo se podrán reponer tres de cada 10 bajas.
La última noticia sobre recortes llegó el pasado miércoles: las comunidades ya no tendrán que poner el 50% de los fondos para los 17 programas cofinanciados con el Ministerio de Educación: aumentar las plazas de guardería (Educa3), las clases de refuerzo o la digitalización de las aulas. El Ministerio de Educación pondrá los 510 millones comprometidos, pero las comunidades tendrán un balón de oxígeno, ya que solo aportarán lo que puedan o quieran.
Eso ocurre en un año en que se prevén numerosas jubilaciones por ser el último en el que los profesores pueden acogerse al retiro voluntario incentivado a los 60 años. Al final, cinco comunidades han decidido suspender las oposiciones u ofrecer muy pocas plazas “Andalucía es la única que ha decidido cubrir todas las bajas, aunque eso signifique recortar aún más la oferta de oposiciones en otros ámbitos de la Administración”. Al final, saldrán a concurso este año unas 8.900 plazas, unas 7.000 menos de las que harían falta, según UGT.
Además, los docentes conviven a diario con un goteo de restricciones que varía según las comunidades y que van desde recortes en el transporte escolar a las becas universitarias, la formación del profesorado, las infraestructuras, las actividades extraescolares e incluso el dinero para pagar la luz y el agua.
Se puede decir ahora que en la inmensa mayoría de comunidades los presupuestos educativos bajan menos que los del resto de las áreas. O que esa tasa de reposición es mayor que la que tendrán el resto de funcionarios, que será del 10%. O que los docentes, como todos los demás, deben soportar su parte de la crisis. O que un responsable público lo tiene realmente difícil a la hora de repartir y ajustar un presupuesto en versión reducida. Pero ¿tendría ese responsable que tener en cuenta muchas cosas antes de meterle la tijera a la educación? ¿Debe salvarse por mucha crisis que haya o precisamente por ella?
Una y otra vez se ha repetido que la educación y la formación son claves para salir de la crisis económica, un discurso que choca con los recortes. "Llama la atención cuando, al mismo tiempo que se proponen y efectúan recortes, muchos analistas hacen un discurso catastrófico “al comentar los datos de PISA, por ejemplo” sobre cómo nuestro sistema educativo vendría a ser el principal responsable de la situación económica, desempleo incluido", dice el asesor principal de educación del Banco Mundial, Juan Manuel Moreno.
De hecho, la comisaria europea de Educación, Androulla Vassiliou, ha hecho declaraciones pidiendo a los países miembros que mantengan o incluso incrementen los presupuestos educativos. Así, recriminó públicamente la actitud de los que, como España, han hecho recortes.
"La educación (y también la investigación) es un área muy golosa para hacer recortes, pues estos no tienen efectos muy negativos a corto plazo. Sin embargo, son devastadores a largo plazo", explica el catedrático de Economía de la Pompeu Fabra José García Montalvo. Ángel de la Fuente, del Instituto de Análisis Económico del CSIC, añade que está más que demostrada la rentabilidad social de la educación, es decir, la necesidad de verla como una inversión, no como un gasto, "ya que, en el medio y el largo plazo, la inversión se recupera con creces". Por ello, "no tiene mucho sentido que los presupuestos educativos se recorten cuando hay crisis y se aumenten cuando hay crecimiento. Habría que hacer una planificación a largo plazo, es decir, gastar bien lo que sea necesario", añade.
García Montalvo está básicamente de acuerdo con estas explicaciones, pero añade un matiz. "La rentabilidad social de la educación es mayor en los niveles inferiores de la educación, sobre todo en la etapa infantil. Por lo tanto, si hubiera que reducir el gasto público tendría más sentido hacerlo donde la rentabilidad social es casi nula, es decir, en la Universidad", dice en referencia a la posibilidad de que los alumnos paguen más por sus matrículas.
De cualquier modo, también están de acuerdo García Montalvo, De la Fuente y Moreno en que en educación, el gasto no lo es todo. Hay países que, con un gasto menor, obtienen mejores resultados que otros que invierten más. "Un recorte del gasto educativo, si se hace con tacto y con cuidado, no tiene por qué ser un drama", dice De la Fuente. Por ejemplo, aumentar de 25 a 27 alumnos por clase, de media, "no es grave", añade. "No solo se trata de mantener alta la inversión educativa, sino de procurar que cada vez se invierta más en todo aquello que ayude a mejorar la calidad", añade Moreno.
Sobre el impacto del número de alumnos por profesor en la calidad educativa, se suelen utilizar argumentos como el del informe PISA (mejor aumentar sueldos que reducir los alumnos por clase). Siempre teniendo en cuenta, como recuerda el profesor de Didáctica de la Universidad de Barcelona Francisco Imbernón, que para "chicos más pequeños está demostrado que sí importa", es decir, en la educación infantil y tal vez en los primeros cursos de primaria “precisamente, las etapas para las que se han suspendido las oposiciones docentes de este año en seis comunidades”. El propio informe PISA admite que "el tamaño de las clases parece ser más importante en los primeros años de escolarización que a los 15 años", que es la edad a la que esta evaluación internacional examina los conocimientos de los alumnos de 65 países y regiones del mundo.
Se suele poner en entredicho, en general, el impacto sobre la calidad de la enseñanza de las condiciones materiales y de los contextos laborales de los docentes “a partir, por supuesto, de ciertos mínimos que España cumple”. Y es precisamente esa la clave de lo que se está tratando porque serán esas condiciones las que se vean deterioradas con los recortes que se están produciendo en España. Esto es, aparte del descenso de los sueldos y del aumento de alumnos por clase, más presión para los docentes, con más horas de trabajo, o con más profesorado eventual, es decir, interino. Según los cálculos de CC OO, los docentes perderán entre 1.000 y 2.000 euros al año.
"En educación, todo está tan interconectado que ningún factor puede explicar por sí solo la calidad, pero cada uno de ellos afecta. Es decir, las condiciones materiales no son lo único importante, pero son importantes", explica el profesor de Didáctica de la Universidad de Murcia Juan Manuel Escudero. Lo plantea de esta manera: "Si con condiciones materiales favorables o aceptables [instalaciones, ratios, etcétera] el sistema español no ha conseguido dar el salto de calidad que necesita, es de suponer que sin esas condiciones tampoco lo hará".
Sobre la calidad, también hay mucho debate “si la escuela en España es mala, es buena o es regular”. Pero lo cierto es que se trata del tercer país de Europa con mayor tasa de abandono escolar temprano, más del 30%, y en el informe PISA no ha conseguido moverse en toda la década de un puesto, para muchos, mediocre. "Lo que está ocurriendo es que se está tocando la salud de alguien que ya estaba enfermo", añade Escudero.
El informe PISA también ha concluido que la pieza clave para mejorar la calidad es el profesor. De hecho, se ha convertido en un lugar común la frase del informe McKinsey de 2008 “con datos de PISA” que dice que ningún sistema educativo puede superar la calidad de sus maestros. Y esa calidad, aunque solo sea en parte y aunque tampoco justifique cualquier reivindicación laboral, depende de las condiciones de trabajo.
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¿Educación, dólares/euros y ciudadanía?
EL PAÍS – 25/03/2011
TRIBUNA – Enrique Roca es exdirector del Instituto de Evaluación y asesor de la OCDE.
El profesor Krugman argumenta que "esa verdad universalmente conocida de que la educación es la clave del éxito económico, eso que todo el mundo sabe, es inexacto". Lo hizo en su artículo Titulaciones y dólares, del domingo 13 de marzo en el suplemento Negocios de EL PAÍS.
Necesitamos educar ciudadanos preparados para encontrar empleo en el mundo globalizado, pero también para mejorarlo
Las razones que ofrece son, primero, que el progreso tecnológico está reduciendo en realidad la demanda de trabajadores cualificados que desempeñan, sobre todo, tareas no manuales, pero rutinarias; segundo, que desde 1990 en el mercado laboral en EEUU tanto el empleo bien remunerado como el poco remunerado han crecido rápidamente mientras los trabajos con sueldos intermedios se han quedado rezagados.
Sostiene en tercer lugar que los economistas Autor, Levy y Murnane defendían ya hace años que era erróneo considerar que los avances tecnológicos hacen aumentar las oportunidades laborales de quienes trabajan con la información. En cuarto lugar, nos recuerda Krugman que, según las investigaciones de Alan Blinder y Alan Krueger, cada vez son más "trasladables al exterior" los trabajos bien pagados y realizados por empleados altamente cualificados y, por tanto, están más sujetos a la competencia internacional, con la consiguiente disminución de los salarios percibidos por estos profesionales en las últimas décadas en las sociedades más desarrolladas. Finalmente, argumenta el profesor Krugman que hay cosas que la educación no puede hacer: "Ya no es cierto que tener una titulación universitaria le garantice a uno un buen trabajo". Tiene toda la razón, cuando se refiere a determinados títulos o certificaciones de educación media o superior, profesional o universitaria, que no satisfacen la demanda de competencias y habilidades que realizan las empresas.
El trabajo de Autor, Levy y Murnane que cita el profesor Krugman señala, efectivamente, que está cambiando de modo muy acelerado en el mercado laboral la demanda de competencias de los ciudadanos. Desde los años setenta y ochenta del siglo pasado ha descendido radicalmente la demanda de competencias rutinarias, tanto manuales como cognitivas. También descendió entre los años sesenta y finales de siglo la demanda de competencias manuales no rutinarias, pero este proceso se ha ralentizado muy notablemente desde finales de siglo. El ejemplo de competencias manuales no rutinarias que posee un conductor de camiones o el de determinados trabajos artesanales es ilustrativo: son trabajos demandados y no fácilmente sustituibles por la tecnología. Pero, en cualquier caso, la demanda de competencias no rutinarias, tanto analíticas como interactivas, crece ininterrumpidamente en el mercado laboral desde los años setenta, crecimiento que se ha acelerado en los últimos años de economía global. Estas competencias también las proporcionan la educación y la formación.
Este análisis sobre la demanda de competencias ha sido fundamental a la hora de orientar la introducción, la adquisición y la evaluación de las competencias básicas en la educación, como ha puesto de manifiesto de modo reiterado el estudio PISA de la OCDE desde su primera edición en 2000. Cuando se trata de competencias básicas en la educación obligatoria, han de tenerse en cuenta de modo muy relevante las competencias que los ciudadanos necesitan para afrontar con éxito el empleo. Con más razón deben adoptarse todo tipo de cautelas para que la educación y la formación media y superior cuiden con toda atención la formación de sus alumnos y los prepare para el mundo laboral. Pero en la educación básica, como en la formación profesional y en la universitaria, ha de analizarse qué educación se desea, no solo desde el lado de la demanda, es decir, desde las necesidades actuales de los empresarios, sino también desde el punto de vista de los individuos y las sociedades, desde las necesidades presentes y futuras, desde la perspectiva de que la sociedad, la economía, son susceptibles de mejora.
Esto debe ser así porque las necesidades cambian de modo muy acelerado con el progreso tecnológico, el desarrollo de las sociedades y la incorporación a la ciudadanía democrática. Pero, segundo y mucho más importante, porque la educación debe atender a las necesidades de la economía, sí, pero esta está al servicio de las necesidades de los individuos y de las sociedades -"Qué sociedad deseamos, qué educación es la apropiada para alcanzarla"- y, además, la educación debe adelantar el futuro. Con toda seguridad, la educación y la formación alcanzadas por Aristóteles o por Adam Smith no eran las imprescindibles desde el punto de vista de las demandas económicas de la Atenas clásica o de la Inglaterra del siglo XVIII, ni aquella educación que recibieron fue la clave del éxito económico de sus sociedades.
Para satisfacer la demanda de competencias, no ya básicas, sino profesionales y especializadas, que demandan los mercados es necesario que la educación incorpore a sus programas dichas competencias y prepare adecuadamente a sus ciudadanos para acceder con éxito al mercado laboral. Esta preocupación es la que lleva a formular a instituciones como OCDE o la Unión Europea y a la mayoría de los países sus programas y estrategias sobre las competencias y destrezas que debe proporcionar la formación profesional y las universidades, más allá de la educación básica. Pero esto no debe ser incompatible con afrontar otras necesidades educativas y formativas de los ciudadanos y de las sociedades.
La convulsión revolucionaria y democrática que recorre los países árabes y otras culturas y sociedades islámicas en 2011 no es el fruto de una formación ajustada a la demanda de los mercados. Esta convulsión la protagonizan individuos que reclaman libertades, democracia y ciudadanía, que exigen nuevas sociedades, nuevos valores y que, por eso, estén quizá en condiciones de propiciar nuevas demandas a la economía de sus países y a la mundial.
Necesitamos educar y formar ciudadanos bien preparados para encontrar empleo en este mundo globalizado, pero también para mejorarlo, transformarlo, cambiarlo. Ciudadanos que pueden trabajar con dignidad, ejercer su ciudadanía, disfrutar de derechos y libertades y contribuir al cambio de los modelos económicos que impiden que de sus beneficios disfruten todos los conciudadanos.
Aceptaría de buen grado la tesis del profesor Krugman si se sustituye educación por titulaciones o credencialismo, como hace en el encabezado de su artículo: "Todo el mundo cree que cualquier titulación superior, profesional o universitaria es la clave del éxito económico y eso no es cierto". Sin embargo, cuando afirma: "Si queremos una sociedad en la que la prosperidad esté bien repartida, la educación no es la respuesta", habría que decir que no es la "única" respuesta. Desde mi admiración y respeto por el profesor Krugman me permito recordar que hay evidencias que muestran la investigación económica y educativa de que una educación que prepara a sus individuos para los retos sociales, económicos e individuales es la verdadera riqueza de las naciones.