La escuela concertada oculta el carácter voluntario de sus cuotas
Muchos colegios subvencionados no informan de que cualquier pago es opcional – Se programan actividades complementarias en horario lectivo
EL PAÍS – Madrid – 04/05/2009
La red española de colegios e institutos pagada por todos los contribuyentes está dividida en dos: la pública y la privada concertada. Se supone que ambas son gratuitas -los privados subvencionados reciben dinero público para asegurar que así sea-, pero lo cierto es que los padres que llevan a sus hijos a la concertada gastan más. Según una reciente encuesta del Instituto Nacional de Estadística, el coste medio de las clases lectivas en un concertado es de 247 euros al curso en primaria y 220 en secundaria, "exclusivamente por enseñanzas complementarias de carácter voluntario", advierte la nota de prensa del INE. El problema es que no siempre se informa a los padres de la voluntariedad de esas cuotas y, a veces, esas clases complementarias se colocan a mitad del horario lectivo, con lo que un alumno que no pueda pagarlas se quedaría apartado de sus compañeros por una cuestión socioeconómica.
Un centro barcelonés reclama una aportación mensual "obligatoria"
Así lo ha comprobado en las últimas semanas este diario en una quincena de centros concertados de varias comunidades autónomas. En el colegio Pare Manyanet, en el barrio de Les Corts, de Barcelona, una empleada afirmaba recientemente en la recepción que la aportación a la fundación del centro es "obligatoria": 26 euros al mes este curso desde infantil a secundaria, "aprobada por la Generalitat", aseguraba. También son obligatorias, añadió, algunas actividades que se realizan "en el horario escolar" como la piscina o la psicomotricidad: otros 55 euros al mes en primaria o 46,9 euros por mes en secundaria, explican en el centro.
La ley de educación dice expresamente que en ningún caso se podrán imponer "aportaciones a fundaciones o asociaciones ni establecer servicios obligatorios, asociados a las enseñanzas, que requieran aportación económica". Sí se podrán cobrar, claro, los servicios complementarios (como autobús o comedor) o las actividades extraescolares, que "tendrán carácter voluntario", añade la norma. Sin embargo, en muchos casos no se aclara a los padres esa voluntariedad. Por ejemplo, en el colegio Torrevilano, en el Ensanche de Vallecas (Madrid), donde, tras una explicación sobre las clases "de refuerzo" (inglés, matemáticas, lengua e informática) que los niños reciben a diario después de comer, de 14.30 a 15.30, el informante escribe los honorarios a lápiz en una hoja -170 euros al mes-, sin aclarar que se trata de una opción voluntaria.
Tampoco se habló en ningún momento de que fueran optativas las cuotas en la media docena de centros concertados vigueses que este periódico ha sondeado. La cuota más común es de 20 euros para un niño de 5º de primaria, pero se reduce a 15,50 euros en el Amor de Dios, se eleva a 33,50 en el Apóstol Santiago (jesuitas) y llega a 200 en el Montecastelo (Opus Dei). En Vigo hay 37 colegios concertados que acogen a cerca de 20.000 niños. El 90% de estos colegios cobra de media un suplemento de 100 euros mensuales, según datos facilitados por los sindicatos, que se justifican alternativamente como gastos de material, mantenimiento de las instalaciones, donaciones o actividades extraescolares.
Mucho se ha hablado en los últimos años de la concertación de colegios de élite, como son algunos de los vinculados al Opus Dei. En la Comunidad Valenciana hay siete y están todos concertados. Las tarifas de las donaciones llegan hasta los 450 euros al mes. A esto, en principio, no hay nada que objetar, siempre que se informe de la voluntariedad de estas cuotas, pero no siempre se hace. Y, a veces, cuando sí se dice claramente, resulta que esas actividades se colocan a mitad de la jornada. En el colegio Novahispalis, de Sevilla la Nueva (Madrid), cobran 115 euros por una hora diaria de actividades complementarias en el horario escolar. Informan por teléfono de que es una actividad "optativa". Los niños de las familias que no abonen la cuota, explican, pasarán esa hora haciendo deberes en otra aula con un profesor.
La gran queja de los concertados, que atienden a 1,8 millones de alumnos, aproximadamente un cuarto de los estudiantes de educación infantil a secundaria, es que la subvención pública no cubre el coste real de la enseñanza. En el colegio Compañía de María de Sevilla justifican estas cuotas: "La Junta de Andalucía no lo cubre todo", dicen en secretaría. Según este centro, con el dinero que aportan los padres se pagan servicios como el gabinete psicológico o al personal no docente. Cuando se les pregunta por la cantidad exacta, indican que es el administrador el que comunica a cada familia admitida esta "cuota proporcional".
"Como al colegio no se le permite cobrar nada, lo hace la asociación de padres y luego se produce un trasvase de fondos a otra cuenta", certifica un empleado de un concertado valenciano, que además añade que "se cobra por todo". De hecho, este periódico ha recibido quejas de algunos padres porque el colegio les pide cuotas extra para hacer frente, por ejemplo, a unas obras. Es el caso del colegio parroquial San Roque, que depende del Arzobispado de Valencia, que en pleno proceso de matriculación remitió una carta a todos los padres pidiéndoles 80 euros por familia.
"Necesitamos que ustedes sigan apostando por este proyecto educativo libremente elegido por todos. No podemos quedarnos atrás", se afirma en la carta que envió a los padres en marzo el colegio La Salle de Almería. En ella se les pedía una aportación, esta vez sí, "voluntaria", de 20 euros correspondientes al segundo trimestre. En el texto se asegura que el centro recibe de la Junta de Andalucía 1,3 euros por alumno y día en infantil y primaria y 1,48 en la ESO: "¡Díganos usted si con esta subvención se puede mantener un colegio!".
Lo que dice la ley
– Artículo 88. Garantías de gratuidad. 1. Para garantizar la posibilidad de escolarizar a todos los alumnos sin discriminación por motivos socioeconómicos, en ningún caso podrán los centros públicos o privados concertados percibir cantidades de las familias por recibir las enseñanzas de carácter gratuito, imponer a las familias la obligación de hacer aportaciones a fundaciones o asociaciones ni establecer servicios obligatorios, asociados a las enseñanzas, que requieran aportación económica, por parte de las familias de los alumnos. […] Quedan excluidas de esta categoría
las actividades extraescolares, las complementarias, y los servicios escolares, que, en todo caso, tendrán carácter voluntario.
En el filo y sin cambios a la vista
En el filo entre la voluntariedad de las aportaciones y de los servicios extra de pago se mueven muchos colegios concertados -siempre recordando a los que hacen una gran labor en zonas desfavorecidas donde sería imposible casi cualquier cobro, al menos de forma generalizada-. La queja clásica de los concertados es que reciben una subvención pública insuficiente y reclaman una revisión de los conciertos que nunca llega, a pesar de que en la ley educativa aprobada en 2006 se contempla la creación de una comisión para hacerlo.
Manuel de Castro, el secretario general de la patronal mayoritaria de la escuela concertada religiosa, asegura que han mandado un mensaje muy claro a sus centros para informar de la voluntariedad de cualquier cuota. Y vuelve con la queja de la escasez de fondos, cuya cuantía mínima la fija el Estado cada año. Por un lado, las administraciones pagan directamente el sueldo de los profesores. "Pero el gran problema está en el capítulo de gastos generales, cuya cuantía ha perdido un 20% de poder adquisitivo en los últimos años", asegura. Y se queja de que en esos gastos sólo se contemplan los destinados a reponer el material que ya se tenía, no para material nuevo (más ordenadores, por ejemplo), y de que los concertados no pueden acceder a muchos programas hechos para la pública, como los concebidos contra el fracaso escolar.
Según el INE, cada concertado religioso recibió una media de 2.070 euros por alumno en 2005, y los laicos, 2.444. Ese mismo informe hablaba de un beneficio medio de 76.000 euros al año para los religiosos y de 68.000 para los laicos.
En ese contexto, los cobros más o menos voluntarios son de sobra conocidos desde hace años. Y, a pesar de ello, ni se controlan eficazmente las cuotas ni se revisa una financiación que afectaría principalmente a las comunidades, que son las que finalmente pagan. A las autonomías les cuestan los concertados entre un 25% y un 50% menos que los públicos (entre 1.400 y 3.000 millones de euros al año).
Estos pagos de las familias son, además, según los expertos, la vía que usa la escuela concertada para seleccionar a un alumnado de clase media. Y la posición socioeconómica de las familias es el factor clave en el éxito escolar.
Con información de Neus Caballer, Sebastián Tobarra, Primitivo Carbajo, Manuel Planelles, Pilar Álvarez y Juan A. Aunión.