La Universidad de Zaragoza tendrá doce titulaciones menos en 2010
1.543 asignaturas tienen menos de 10 alumnos
04/03/2009 EFE
El Consejo de Gobierno de la Universidad de Zaragoza ha aprobado hoy la reorganización de las titulaciones de grado que supondrá la adaptación completa al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), y mantendrá todas las áreas de conocimiento pero con doce titulaciones menos.
Según ha explicado el rector de la Universidad de Zaragoza, Manuel López, en una rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Gobierno, de las 81 titulaciones con las que contaba antes de comenzar el proceso de adaptación se pasará a 69, lo que no implica que desaparezcan áreas de conocimiento, sino que éstas se reorganizan en los nuevos títulos de grado.
En el campus de Huesca se pasará de 16 a 13 titulaciones; de 7 a 4 en el de La Almunia de Doña Godina (Zaragoza); de 11 a 9 en el de Teruel y de 47 a 43 en Zaragoza.
En el curso 210-2100, cuando la Universidad esté plenamente adaptada al EEES, se impartirán 69 titulaciones, para lo que se ha tenido en cuenta la evolución del número de estudiantes y la demanda de titulaciones, con el fin de mantener un equilibrio.
El próximo curso (2009-2010) está previsto poner en marcha siete grados: Ciencia y Tecnología de los Alimentos; Óptica y Optometría; Ciencias de la Actividad Física y el Deporte; Maestro en Educación Infantil; Maestro en Educación Primaria y Medicina.
En el curso 2010-2011, se podrían ofrecer Podología y el grado en Turismo, en Huesca; Logopedia y Dirección y Creación de Empresas, en Teruel; Ingeniería Mecatrónica y de Organización Industrial, en La Almunia; y Finanzas y Contabilidad, Marketing e Investigación de Mercados, Lenguas Modernas, Biotecnología, Ingeniería de Organización Industrial y grado en Relaciones Laborales y Recursos Humanos, en Zaragoza.
En esta reorganización del mapa académico se apuesta por diferenciar entre la propuesta de titulaciones que hasta ahora se imparten, con el formato de licenciatura o diplomatura, y las nuevas propuestas, que el Consejo de Gobierno divide en tres categorías.
El primero, el de aquellas que son completamente nuevas y cuya implantación se condiciona al «compromiso expreso» del Gobierno de Aragón, con carácter finalista en todos los ámbitos, para que respondan a los niveles de calidad exigidos, como es el caso de Logopedia o Podología.
El segundo grupo es el de las nuevas titulaciones que provienen de la reordenación de las actuales, que, a pesar de contar ya con recursos, requerirán inversiones a partir de las necesidades que se detecten, como es el caso de Biotecnología (que sustituye al segundo ciclo de Bioquímica), Dirección y Creación de Empresas o Ingeniería de Organización Industrial.
El tercero corresponde a las titulaciones que no necesitan nuevos recursos específicos para su implantación.
La nueva realidad, según el Gobierno de la Universidad, demanda una «reorganización de centros» para adecuar las infraestructuras al nuevo mapa de titulaciones y, así, se apunta a una posible fusión de la Escuela Universitaria de Ingenieros Técnicos Industriales de Zaragoza y el Centro Politécnico Superior, así como la Facultad de Económicas y la Escuela de Estudios Empresariales.
En este nuevo mapa de titulaciones no se incluyen los másteres, ya que la Universidad acometerá su adecuación más adelante, cuando se revise la oferta actual.
Por el momento, el Consejo de Gobierno se compromete a apoyar algunos que o bien sustituyen a una titulación de grado que se ve modificada o suprimida (como Estadística), o que cuentan con acuerdo nacional para pasar a ese formato, como Psicopedagogía.
UNIVERSIDAD
1.543 asignaturas tienen menos de 10 alumnos
El número de estudiantes ha bajado un 17,8%, y el de profesores ha crecido un 26,8%. El 35% de la oferta formativa del campus aragonés no alcanza la decena de matriculados
04/03/2009 Michel Vallés . El Periódico de Aragón
Las clases masificadas son ya un mito de las universidades de mediados de los noventa. Los tiempos han cambiado. Y de qué manera. Un total de 1.543 asignaturas del campus zaragozano tienen diez alumnos o menos. Representan el 35% de toda la oferta, que asciende a 4.409 materias de las diferentes ramas. De ellas, la mitad, (715) son teóricas no troncales ni obligatorias, es decir, optativas y de libre elección.
Los datos saltan a la vista. Es llamativo, por ejemplo que en apenas un curso, del 2006-2007 al 2007-2008 el número de asignaturas con 10 o menos alumnos se haya duplicado. Así, en este periodo se pasó de las 805 materias con poca asistencia a las 1.543. Y mientras la matrícula no deja de bajar, la contratación de profesores sube, sobre todo porque se ponen en marcha nuevas titulaciones que así lo exigen. Desde el 2002 el número de docentes se ha incrementado un 26,8%. Por contra, el de estudiantes ha caído un 17,8%. El cambio en las ratios también ha sido notorio. Si el curso 1996-1997 era de 19,5 alumnos por profesor en el pasado fue de nueve, tres puntos por debajo de la media estatal.
Estas cifras entran de lleno en el debate en torno a la financiación de la universidad. Sobre todo si se tiene en cuenta que las líneas que marcan la evolución de profesorado y alumnado son inversas. Es decir, mientras la primera mira hacia arriba, la otra cae en picado. En términos de mercado sería un claro desajuste entre la oferta y la demanda. Este es uno de los principales argumentos de la Administración a la hora de poner en duda los apuros financieros de la institución de enseñanza superior.
POCO DINERO / El rectorado de la Universidad de Zaragoza lleva tiempo insistiendo en que no recibe suficiente dinero del Gobierno de Aragón. Su queja es global, pero se refiere especialmente a los gastos corrientes, cuya cuantía más importante corresponde al personal. «Yo no puedo controlar en qué invierten el dinero, pero desde luego creo que con el presupuesto que se le ha destinado este año a la institución debe tener suficiente. Ha crecido un 4,14%. ¿Por qué no les va a llegar para todo?», decía esta misma semana la consejera Pilar Ventura. Y apuntó la posibilidad de que en el futuro modelo de financiación, cuya negociación ya se ha iniciado, el Gobierno se asegure algún sistema para saber en qué invierte el dinero la universidad. «Aunque siempre respetando su independencia», apuntó.
De todas formas, y al margen del grueso de las cifras, siempre caben matizaciones sobre la utilidad o el valor de ciertas asignaturas que, a pesar de su baja demanda, tienen una relevancia cualitativa en el ámbito del saber. Y esa importancia es difícilmente cuantificable. A este aspecto habría que añadir otro todavía más importante: Qué pasa con los profesores de aquellas titulaciones o materias que no tienen alumnos. No hay que olvidar que muchos de ellos, más de 1.700 en la Universidad de Zaragoza, tienen plaza de funcionario. «Los docentes no se pueden traspasar de una carrera a otra así como así. El de Matemáticas no puede dar Historia», explicó Fernando Zulaica, vicerrector de Estudiantes.
No queda otra, por lo tanto, que transformar la oferta que menos atractivo tiene para los jóvenes para que tenga más capacidad de atracción. O quitar las materias con poca matrícula y sustituirlas. En cualquier caso, reducir plantilla de profesores es complejo. «No es cierto que sobre gente, aunque quizás sería necesario hacer algunos ajustes», admitió Elena Usejo, de UGT. Esas modificaciones pasarían por acometer prejubilaciones o llevar docentes donde realmente hay más demanda. Es decir cuadrar la oferta con la demanda. E insistió en que muchas de las contrataciones que se han hecho en los últimos años son a tiempo parcial. José María Olleta, de CCOO, apostó por aumentar el número de docentes. «Con Bolonia cambia la metodología. Las clases serán más personalizadas, con grupos reducidos y eso implica más personal». En cualquier caso, sí admitió la necesidad de un reajuste.
En pleno debate en torno a la universidad, el rectorado se ha puesto ya manos a la obra para reordenar su oferta de titulaciones. No es tarea fácil. Pero pasa por lograr un equilibrio entre lo que la institución oferta y lo que los estudiantes quieren. Es decir que no haya asignaturas ni titulaciones sin alumnos. Porque eso cuesta un dinero que a veces no reporta nada a la sociedad. Queda por delante un arduo trabajo para adaptar la institución al espacio europeo con todo lo que implica. Las clases serán más reducidas. Más personales. Con prácticas. Pero en ningún caso estarán vacías. Ni la institución de enseñanza superior, ni las administraciones públicas pueden permitirse el lujo de invertir en títulos y materias sin utilidad.