Las ciencias que hay que saber
EL PAÍS REPORTAJE
Los bachilleres cursarán una nueva asignatura divulgativa, pero los expertos piden revisar todas las materias de este campo
J. A. AUNIÓN – Madrid –
éste es el Año de la Ciencia. Conferencias, exposiciones, seminarios, declaraciones institucionales y actos de todo tipo tratarán de acercar al público la importancia de las matemáticas, la física, la biología…, unas áreas que parecen condenadas a la incomprensión del público en general, a pesar de su trascendencia indiscutible para el desarrollo social y económico. También preocupa profundamente la falta de vocaciones científicas en toda Europa, que cristaliza en la reducción del alumnado en las carreras de ciencias exactas. En los últimos siete cursos, el número alumnos en estas titulaciones se ha reducido un 26% en España (la cifra total de universitarios ha descendido un 10%). Quizá todo empiece en los institutos. La insuficiencia de horas lectivas (y de clases prácticas) que se dedican a estas asignaturas, la renovación de sus contenidos y los métodos de los profesores para transmitirlas han sido tópicos recurrentes que se han puesto en el punto de mira de la revisión. Pero también la falta de una cultura científica básica para todos los alumnos, no sólo para los que se especialicen en esos campos.
éste es el déficit que pretende paliar la nueva asignatura de Ciencias para el Mundo Contemporáneo, que al igual que Lengua o Inglés, será obligatoria para todos los bachilleres, independientemente de la opción que elijan, al menos en uno de los dos cursos de bachillerato. Los métodos científicos, los nuevos campos de investigación o los próximos desafíos se explicarán en esta clase. Esta materia enlaza con las ideas de expertos internacionales como el catedrático del King’s College de la Universidad de Londres Jonathan Osborne. él apuesta por desterrar las pizarras llenas de fórmulas interminables y las verdades rígidas e incuestionables, y sustituirlas por el debate, la discusión y la práctica. Para él, la finalidad primordial es que los alumnos salgan del instituto, tanto de la secundaria obligatoria (ESO) como de bachillerato, con la cultura y los conocimientos científicos necesarios para enfrentarse a la compleja realidad del siglo XXI. Pero los expertos no terminan de ponerse de acuerdo. Junto a esta idea de hacer las clases más cercanas y revisar contenidos, algunos de los cuales no han variado en muchas décadas, otros profesores y científicos apuestan por volver a reforzar la parte teórica para intentar mejorar el nivel con el que los futuros médicos, físicos o químicos acceden a la universidad, y resaltan precisamente la objetividad de la ciencia como su gran virtud. «Un profesor de física plantea en clase un problema de desplazamiento de móviles. Uno de los alumnos interviene: «Profesor, no sabía que los móviles se desplazasen». La anécdota la cuenta Lorenzo Blanco, profesor de matemáticas de la Universidad de Extremadura. «Tenemos que adaptar incluso el lenguaje. No podemos seguir planteando los mismos problemas que hace 100 años», se queja. Los docentes deben conocer perfectamente la materia, pero también reflexionar sobre ella para poder transmitirla, y Blanco admite que no todos los profesores lo hacen. Aunque también insiste en que es el Ministerio de Educación el que marca unos objetivos y unos contenidos que no se han adaptado a las nuevas necesidades. A pesar de las divergencias, los expertos sí coinciden, al menos, en algo: el conocimiento científico es básico para que los ciudadanos sepan manejarse en la vida.
LOS CONTENIDOS DE LA NUEVA MATERIA
Alcance y límites.
Entre los contenidos generales, los alumnos aprenderán a distinguir la información científica de la que no lo es, las reglas básicas de la investigación, su contribución para la comprensión del mundo, pero también sus errores y limitaciones Nuestro lugar en el Universo. El origen del Universo, la formación de la Tierra y el nacimiento de la vida en ella Vivir más, vivir mejor. La salud, las enfermedades más comunes, los avances médicos y los tratamientos, y el contexto de la investigación médica La revolución genética. El ADN, la ingeniería genética, la clonación o la bioética Sostenibilidad. El factor humano como causante del calentamiento global y los compromisos para atajar sus efectos Nuevas necesidades. Los nuevos materiales, los combustibles y el reciclaje Sociedad del conocimineto. Internet y las nuevas tecnologías Fenómenos caóticos. Las nuevas herramientas para estudiar realidades complejas
EL PAÍS ENTREVISTA:
Claudi Mans Docente «Hay que elegir menos temas, pero darlos bien»
Reforzar los contenidos concretos o aumentar la cultura general científica de los alumnos? «Hay que hacerlo todo. Lo que pasa es que en secundaria no hay tiempo para dar todos los contenidos, ni de ciencias, ni de humanidades, ni de nada… La solución es elegir algunos temas, pero darlos bien, en profundidad. Creo que lo más importante es que los alumnos hagan un buen trabajo de investigación, y no el tema sobre el que lo hagan». Acercar la ciencia a través de ejemplos cotidianos es el principio de trabajo de Claudi Mans, profesor de Ingeniería Química de la Universidad de Barcelona desde hace 33 años, formador de docentes de secundaria y divulgador de las ciencias (ha vendido más de 6.000 copias de su libro Tortilla quemada). Mans considera que la nueva asignatura de Ciencias para el Mundo Contemporáneo será buena sólo si de da bien, esto es, tiene que ir más allá de «planteamientos teóricos y angelicales, hay que huir siempre del bla, bla, bla…, tiene que haber números», asegura. EL PAÍS «Más horas de clase y menos comparaciones»
Más horas de clase de Matemáticas, Química o Biología. Y con contenidos explicados sin «comparaciones». «El ADN es el ADN, no es una cinta de hilo, y hay que saber explicarlo. Se pueden enseñar las cosas como son sin necesidad de comparaciones, pero para eso se tiene que conocer muy bien lo que se enseña», asegura Jesús Ávila, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y Premio Nacional de Investigación, experto en investigación biomédica. Ávila apuesta por reforzar las asignaturas clásicas en lugar de crear una nueva materia «que puede estar bien», pero es «de cultura general» con «contenidos que están muy de moda, pero se puede aprender más leyendo los periódicos». Las ciencias son un tipo de conocimiento capaz de dar a las personas «un mayor criterio para manejarse en la vida», insiste. Aún no se han publicado los nuevos horarios mínimos que establecerá el Gobierno para el bachillerato, pero Ávila teme que las asignaturas de ciencias perderán horas lectivas.