Las nuevas tecnologías mejoran el rendimiento en matemáticas en un 25%
Un estudio con 1.800 alumnos de secundaria demuestra el beneficio educativo de la informática
J. A. AUNIÓN | Madrid EL PAÍS
España está a la cola en capacidades matemáticas, según el Informe PISA 2003, que ha medido el nivel educativo de 41 países (30 de la OCDE y 11 no miembros). Este informe colocó a España en el puesto 24 en esta materia. Las reacciones generales van encaminadas a buscar soluciones a una situación que parece desastrosa. Pero para dos profesores de matemáticas de dos institutos públicos de Madrid, Ildefonso Mazas y José María Arias, «la situación no es, ni mucho menos, tan grave; las soluciones ya están en marcha».
Estos docentes han desarrollado durante los últimos seis cursos escolares un proyecto que demuestra que la aplicación en las aulas de las nuevas tecnologías -la informática- para enseñar matemáticas mejora el rendimiento de los alumnos en un 24,39%. En el curso 2003-2004 participaron en una prueba que lo demuestra 1.822 estudiantes de ESO y bachillerato de 19 institutos públicos madrileños. En cada centro, un grupo utilizaba una vez por semana varios programas informáticos para aprender matemáticas, y otro no, contando ambos con el mismo profesor. En total, el grupo informatizado lo formaron 846 alumnos, y el otro, 976.
Este grupo, el informatizado, hizo dos exámenes, uno con ordenador y otro sin él.
La nota de ambas pruebas demostró que el rendimiento había mejorado un 24,39%. Pero, aun teniendo sólo en cuenta el ejercicio clásico, sin ordenador, la nota subió para este grupo un 11,2%, algo que no les ocurrió a los que no se habían familiarizado con las nuevas tecnologías. «Si añadimos ese porcentaje de mejoría a los resultados del Informe PISA, estaríamos en el tercer puesto», señala optimista José María Arias. él, junto con Ildefonso Mazas, puso en práctica este proyecto en 2000 con un grupo de profesores a los que ayudaban a mejorar su formación en nuevas tecnologías a través de los planes de la Consejería de Educación madrileña. A partir de ese momento, y con la participación de la Universidad Autónoma de Madrid, ya han sido unos 400 docentes y más de 15.000 alumnos los que han participado.
Ahora, el proyecto se está desarrollando en Andalucía y Castilla y León, y se acaba de incorporar en Castilla-La Mancha. Concluida la fase experimental, el programa está generalizándose: ya no hay grupos de alumnos diferenciados dentro de los centros que participan, todos trabajan con el ordenador. Por eso, ahora la comparación de resultados habría que hacerla con la nota media nacional en matemáticas.
Pero para estos profesores ya está más que demostrado el éxito de la aplicación de nuevas tecnologías. Una aplicación, insisten, que necesita «la formación del profesorado». «Los docentes han de saber usar los programas informáticos y cómo aplicarlos en las clases». Para ello, Mazas y Arias han diseñado material didáctico que cubre todo el programa de matemáticas desde primero de ESO hasta bachillerato con ejercicios concretos para cada lección. También se explica en ese material cómo usar los tres programas que se utilizan en las clases: Derive (para aritmética), Cabri (geometría) y Excel (estadística y probabilidad). Internet es una herramienta fundamental para difundir este proyecto.
El carné del calculista
El cálculo mental es imprescindible para las matemáticas. «Antes de empezar a usar la calculadora o la informática para trabajar, los alumnos tienen que saber de cabeza algunas cuestiones básicas, como las tablas de multiplicar», explica José María Arias. Una de las críticas que se le hacen al uso de las nuevas tecnologías en las clases es que los alumnos pueden descuidar el cálculo mental porque las máquinas es hacen ese trabajo.
Pero una cosa no es incompatible con la otra. En el método que proponen Arias e Ildefonso Maza, los chavales se ganan el derecho a usar la calculadora cuando obtienen el carné del calculista.
Para alcanzar este privilegio, los chavales tienen que saber hacer sin ayuda de máquinas sumas y restas con decimales, divisiones enteras con la prueba de multiplicar y operaciones con fracciones con y sin paréntesis. Es una prueba en la que hay que resolver una cuenta de cada tipo -cinco en total-, sin cometer ningún fallo.
Pero el carné no dura eternamente. Todos los meses, en pruebas periódicas, los alumnos tienen que renovarlo. Estos controles también son la oportunidad para que los chavales que no lo consiguieron lo obtengan por fin. «Es otra forma más de motivar a los chicos. Tengo varios alumnos cuyas circunstancias parecerían empujar a un desinterés total por la asignatura. Sin embargo, están como locos preguntándome cuándo podrán hacer la prueba para obtener el carné», cuenta Maza.
El uso de la calculadora se le enseña a todos los niños, tengan o no el carné. Pero los profesores Maza y Arias recuerdan: para que un profesor pueda enseñar cómo se usa este aparato, «primero tiene que aprender a utilizarlo él».