Los padres hacen novillos
El 57% pertenece al AMPA del colegio pero sólo el 18% va a las reuniones
EL PAÍS / MARUXA RUIZ DEL ÁRBOL –
Aparcar a las puertas de los colegios podría estar prohibido salvo para carga y descarga, pero de niños. Jordi Garreta piensa que es una actividad extendida entre los padres: «Paran el coche en la puerta, embarcan a sus hijos y marchan». Es profesor de Sociología de la Universidad de Lleida y ha elaborado un informe junto con el Ministerio de Educación en el que concluye que sólo el 18,3% de los progenitores asiste a las reuniones convocadas por las AMPA (Asociaciones de Madres y Padres de alumnos).
Se basa en encuestas y entrevistas a las 12.000 AMPAS que se integran en la Confederación Española de Asociaciones de Padres de Alumnos (CEAPA). Desvela que la mayoría de los padres, el 57,5%, se inscriben en estas organizaciones y reconocen que son necesarias. Sin embargo, «muy pocos tiran del carro». Ese pequeño grupo, el motor de las asociaciones, lo componen tan sólo el 4% de padres que organizan actividades, atraen a otros y, sin cobrar un céntimo, roban tiempo a su trabajo para ganar calidad en la formación.
Igual que sus hijos adolescentes, los padres también hacen más novillos en secundaria. Sólo se inscriben en las asociaciones escolares el 36,8% y únicamente el 13,5% se deja caer por el instituto cuando hay alguna actividad extraordinaria.
Los niños también suspenden a sus padres cuando los evalúan en participación. Según una encuesta hecha a 3.500 estudiantes de Europa y publicada por el British Council a finales de febrero, sólo el 39% de los estudiantes españoles contestaron que sus familias se implican en las actividades de los centros. Contrasta con la situación en Europa, donde el 73% ve a sus padres con asiduidad en las aulas.
¿Es por falta de tiempo, de interés? ¿La culpa es de las tutorías que coinciden con los horarios de trabajo o que el centro no incita a la participación? Como causa primera la encuesta apunta que en un 85,5% de las respuestas se detecta la falta de interés de las familias. Pero de manera inmediata, con un 52,4% de las contestaciones, se descubre el «insuficiente apoyo de los profesores y la dirección». Apunta Garreta que, este hecho «podría deberse a que algunos maestros piensan que las asociaciones van a interferir en asuntos que no son de su competencia».
Luis Veiga, pedagogo desde hace 39 años en un colegio de la periferia de Madrid, adjudica cierta responsabilidad a la dirección de los colegios y a los docentes. «La pelota está en el tejado de las escuelas. Cuando un niño entra en el cole, sus padres se convierten en un objeto más de la labor del pedagogo. Y esto se ve a veces como un trabajo extra. Una buena AMPA es un elemento básico en la escuela, pero para que funcione los padres tienen que ser bien recibidos». «Son los profesores los que han de tener la iniciativa, invitar a los padres a hablar al menos tres veces al año y que noten que su niño es atendido como el ser único que un hijo es para sus progenitores».
Por la falta de tiempo de los padres o por el corporativismo de los profesores, los datos reflejan que docentes y familias no terminan de trabajar de la mano. El autor de la encuesta propone una solución sencilla aunque, reconoce, muy lenta: «Volver a la puerta del cole», o sea, aparcar el coche. Para este sociólogo son las relaciones personales, de los padres con los maestros y de los padres con otros padres, las que pueden resucitar este movimiento asociativo.
Con los resultados del informe en la mano, Lola Abelló, presidenta de Ceapa, se plantea nuevos retos de futuro para la asociación más representativa de España. Se propone potenciar la participación de todos los padres y hacer un esfuerzo mayor por incorporar a todas las familias, «muy especialmente a las inmigrantes». Su objetivo es «movilizar a las asociaciones para ganar influencia en la política educativa». «Cuando una AMPA funciona la escuela tiende a funcionar y los niños que ven a sus padres implicados, entienden mejor que el colegio y el estudio son importantes».
Falta información para los inmigrantes
Si el estudio de Jordi Garreta refleja que la participación de los padres autóctonos es baja, aún lo es más la de la nueva ciudadanía. Para los padres inmigrantes los motivos del absentismo son bien diferentes. «En su proyecto migratorio el futuro de sus hijos es muy importante. Muchos inmigrantes están persuadidos de que quizá ellos nunca puedan dejar de dedicarse a hacer de peones o recoger fruta. Pero para sus hijos aspiran a algo mejor». Si se implican menos en las asociaciones escolares (AMPA) es por falta de información. Quizá en sus países de origen no existe este movimiento o es distinto y no saben qué papel tienen que desempeñar. Según la encuesta, el 40% de las AMPA ha recurrido a un mediador intercultural para acercar a los inmigrantes a la escuela.
Pero el cambio es demasiado grande. Garrote cuenta que una madre musulmana no durmió el día anterior a su primera tutoría porque pensaba que la llamaban porque su hija había hecho algo malo. La presidenta de la Confederación mayoritaria de padres de alumnos, Ceapa, Lola Abelló, sabe que el movimiento asociativo de padres está en un momento crucial. «Si no invitamos a las familias inmigrantes a implicarse, el movimiento va a quedar cojo y a la larga no tendrá razón de ser».