Los padres tienen que ejercer de padres y saber decir no
Los expertos advierten contra los mensajes contradictorios que los jóvenes reciben de la sociedad
No es normal que chicos de 13 años compartan pandilla con otros de 20; los padres deben preguntarse con quién, dónde y a qué horas están fuera de casa sus hijos", advierte la psicóloga clínica Virginia Noguerol, quien lleva 20 años trabajando con menores con problemas de violencia y abusos. Señala que en el caso de las agresiones sexuales entre menores funcionan mecanismos similares a los de acoso escolar: "Son muestras de violencia, control y dominio sobre otro individuo más frágil. A veces, la víctima es una niña; en otras, es la agresora. Siempre se trata de relaciones de poder en las que el principal factor de riesgo es la vulnerabilidad".
PÚBLICO – JAVIER SALAS – MADRID – 26/07/2009
Para Noguerol, este tipo de manifestaciones de dominio y abuso sexual ha existido siempre, no es nuevo. Lo que sucede ahora es que "ya no se oculta o no se mira para otro lado como antes". Coincide con esta idea Arturo Canalda, Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, quien cree que es difícil pensar que se trate de una tendencia. Las estadísticas de los juzgados de menores así lo indican: un 1,2% de los menores de 14 a 17 años cometió algún delito penal durante 2007. Canalda cree que sería sano acostumbrar a los padres a decir que no. "No a que vean ciertos programas televisivos, a que acudan a determinados sitios, antes de que llevemos las cosas a un punto de no retorno", puntualiza.
"Actuamos cuando el niño es un peligro, no cuando está en peligro"
El director general del Instituto de la Juventud (Injuve), Gabriel Alconchel, apunta a otra causa: "Las nociones de autoridad están más relajadas, lo que ha generado numerosas disfunciones. Pero eso no implica que esta sociedad sea peor ni mejor que las anteriores. Mientras los niños y adolescentes adelantan artificialmente comportamientos propios de adultos, los jóvenes alargan cada vez más la transición a las decisiones de la vida adulta".
Como cree Alconchel, la coordinadora del grupo de Infancia y Adolescencia del Colegio de Sociólogos de Madrid, Lourdes Gaitán, se ha debilitado el principio de autoridad entre los jóvenes porque, sencillamente, "no lo encuentran". "La autoridad no se impone, se gana empleándola con coherencia. Hay que ver qué valores transmiten los adultos para que los menores no vean esa autoridad", dice.
Como los demás expertos citados, el presidente de la CEAPA, Pedro Rascón, no cree que endurecer la Ley del Menor sea una solución. "Con encerrar a niños de 10 o 12 años no solucionamos nada", dice. Para él, es toda la sociedad la que está en una dinámica en la que se resaltan valores dudosos. Y apunta varios ejemplos: los contratos millonarios a los futbolistas o el goteo constante en los platós de televisión de seudo famosos que con dar cuatro gritos ya se ganan un sueldo. Rascón cree que todo ello genera disfunciones a muchos niveles, no sólo en los niños.
"No es normal que chicos de 13 años compartan pandilla con otros de 20"
La catedrática de la Universidad de Huelva Susana Paíno, que se encuentra en plena elaboración de un estudio sobre violencia entre parejas jóvenes, señala algo que también asegura Noguerol: que las conductas agresivas suelen proceder de otras que el menor ha recibido antes en sus propias carnes. "Los patrones se copian, estos jóvenes suelen tener antecedentes de malos tratos o los han visto en sus casas".
El director del Injuve insiste en la necesidad de aumentar la inversión en una "educación pública y de calidad, dotarla de más medios para trabajar con los chavales". Así también lo cree Marisa Soleto, presidenta de la Fundación Mujeres, que, entre otros programas, realiza proyectos en escuelas para promover la igualdad y prevenir la violencia de género. "Hay que estar de acuerdo para educar en valores, y para ponerlo en marcha hacen falta herramientas que llenen todo eso de contenido", dice la experta. Susana Paíno ve imprescindible la coordinación en la actuación preventiva: "Siempre actuamos cuando el niño es un peligro, no cuando está en peligro".