No enseñar moral, afectividad o rechazo a la homofobia
Los insumisos a Ciudadanía piden pactar los contenidos tras el rechazo del Supremo a la objeción – Educación da por zanjada la polémica con la sentencia
J. A. AUNIÓN – Madrid – 02/02/2009. El País
Si se eliminan las cuestiones morales que en ella se imparten se olvidarían inmediatamente de insumisiones y protestas, aseguran, ya que se acabaría así con la posibilidad de adoctrinamiento. Se trataría de los apartados que hablan de ayudar a la formación de una conciencia moral cívica (algo que estaba en los contenidos de secundaria desde 2001), de la educación afectiva, de sentimientos y emociones, de la tolerancia y respeto a las diferencias o el papel de los organismos internacionales, entre otros párrafos concretos de la norma.
Tras la sentencia del Supremo todos los niños deben acudir a clase de Ciudadanía– GIANLUCA BATTISTA
Pero el Ministerio de Educación da por zanjada la polémica con el fallo del Supremo porque entiende que éste ha confirmado la obligatoriedad de la materia y respaldado sus contenidos (los detalles de la sentencia, sobre los que hay todo tipo de especulaciones, se conocerán en las próximas semanas). Es decir, el Gobierno quiere pasar página y está dispuesto a hablar con cualquier colectivo sobre la manera de mejorar la educación; en ningún caso, sobre los contenidos de Ciudadanía, explica una portavoz.
Pero, ¿cuáles son exactamente esos contenidos indeseables para los detractores de la materia? La presidenta de la Confederación Española de Centros de Enseñanza (CECE), Isabel Bazo, insiste en los contenidos de educación sexual (aunque no hay referencia ninguna a ésta en los contenidos de la materia). Por su parte, Benigno Blanco sostiene la necesidad de quitar toda referencia moral. «Defendemos una materia que enseñe lo que está en la Constitución y aquellas cuestiones sobre las que hay un acuerdo social y no estén sometidas a debate ideológico», añade.
El siguiente es un resumen de dos trabajos: el informe firmado por Benigno Blanco sobre los decretos de la asignatura, y el documento que redactó la CECE cuando el ministerio le presentó los contenidos hace poco más de dos años. En el segundo se comentan las asignaturas de Educación para la Ciudadanía de 4º o 5º de primaria, de 2º o 3º de ESO y Educación ético-cívica de 4º de ESO. El primero sólo se refiere a las dos materias de secundaria, y en ninguno se critican lo contenidos de Filosofía y Ciudadanía de 1º de bachillerato, materia que también está siendo boicoteada.
– Moral. La educación moral la debe transmitir la familia y, por lo tanto, están en contra de contenidos morales comunes para todos los alumnos. Así, querrían eliminar los siguientes puntos: «Centrándose la Educación ético-cívica en la reflexión ética que comienza con el entorno más próximo para contribuir, a través de los dilemas morales, a la construcción de una conciencia moral cívica». «Identificar y analizar las principales teorías éticas, reconocer los principales conflictos sociales y morales del mundo actual y desarrollar una actitud crítica ante los modelos que se transmiten a través de los medios de comunicación».
– Afectividad. «Desarrollar la afectividad en todos los ámbitos de la personalidad y en sus relaciones con los demás». «Conocer y valorar la dimensión humana de la sexualidad en toda su diversidad» [esto no lo recoge Ciudadanía, sino los objetivos de la educación secundaria]. «Reconocimiento de los sentimientos propios y ajenos…».
– Derechos humanos y ética. La idea de Benigno Blanco es que las declaraciones de derechos humanos son «normas jurídicas valiosas», pero no se pueden usar como «un referente ético universal», como dice la asignatura de Ciudadanía. Así querrían quitar epígrafes como éste: «Las teorías éticas. Los derechos humanos como referencia universal para la conducta humana… Evolución, interpretaciones y defensa efectiva de los derechos humanos».
– Intolerancia. Piden eliminar, entre otros, los siguientes contenidos porque algunos de ellos podrían incluir cuestiones en las que no todo el mundo estaría de acuerdo: «Identificación de algunos rasgos de diversidad cultural y religiosa. Sensibilidad y respeto por las costumbres, valores morales y modos de vida distintos al propio». «Rechazo de las actitudes de intolerancia y exclusión». «Valoración crítica de la división social y sexual del trabajo y de los prejuicios sociales, racistas, xenófobos, antisemitas, sexistas y homófobos».
– Organismos internacionales. También estaría en cuestión el papel de los organismos internacionales. «Los conflictos en el mundo actual: el papel de los organismos internacionales y de las Fuerzas Armadas de España en misiones internacionales de paz. Derecho internacional humanitario. Acciones individuales y colectivas en favor de la paz».
– Relativismo. Entre el rechazo a los contenidos en los que la sociedad podría no estar de acuerdo, los detractores de la asignatura se quejan de que se plantee lo siguiente: «Ahora bien, estos contenidos no se presentan de modo cerrado y definitivo, porque un elemento sustancial de la educación cívica es la reflexión encaminada a fortalecer la autonomía de alumnos y alumnas para analizar, valorar y decidir desde la confianza en sí mismos, contribuyendo a que construyan un pensamiento y un proyecto de vida propios». Blanco lo interpreta -y se queja de ello-, como la presentación de «la ética como algo cambiante y relativo; a la vez que, coherentemente, presenta los procedimientos formales de la democracia como fuente de valor ético».
La asignatura en Europa
Junto a su petición de que eliminen los contenidos conflictivos de Ciudadanía, el arzobispo de Valladolid volvió a repetir que el caso de Educación para la Ciudadanía en España «es único en Europa».
Pues bien, los países europeos, siguiendo las recomendaciones del Consejo de Europa, han planteado los contenidos de Ciudadanía (en una materia independiente o dentro de otras) e intentan trasmitir con ellos a sus jóvenes los valores cívicos, democráticos y plurales compartidos por la sociedad. En general, todos coinciden en que también deben transmitirse con la materia «actitudes y valores cívicos positivos», según un estudio de 2005 del organismo de información educativa de la UE (Eurydice) sobre la educación para la ciudadanía.
En él se señalan tres objetivos comunes de la materia en todos los países: desarrollar una cultura política; una participación activa, responsable y crítica, en la vida pública; y actitudes y valores para convertirse en ciudadanos responsables. Dependiendo del país, se da más importancia a uno o a otros. Por ejemplo, Alemania hace hincapié en la cultura política; Irlanda, en la participación y Finlandia, en las actitudes y valores.
Y, efectivamente, cada país se acerca de manera distinta a esos temas polémicos que tanto se repiten. En algunos se habla de homosexualidad y los distintos tipos de familia (Finlandia o Suecia) o no (Polonia), o se dejan las cuestiones morales para una asignatura en la que se mezclan religiones y ética, como en Noruega, un país sin separación entre Iglesia y Estado.
En cualquier caso, conviene recordar que, como ocurre en España, en la mayoría de esos países las escuelas pueden elegir entre distintos libros de texto con variaciones, y que ni éstos ni la legislación delimitan completamente de lo que se termine hablando o dejando de hablar en una clase. Ni en Ciudadanía ni en Historia, Lengua o Matemáticas…