Padres y profesores se niegan a enviar a los alumnos a casa a la hora de Religión

Afirman que los centros que lo acepten incumplirán la LOE por no prestar «atención educativa»
LA RAZÓN / C. Maza
Madrid- La decisión del secretario general de Educación, Alejandro Tiana, de que «los alumnos que no cursen Religión por decisión de los padres podrán irse a casa», no ha hecho otra cosa que caldear aún más el ambiente y los ánimos de aquellos que estaban a la expectativa sobre el futuro de la asignatura. «Inaceptable», «incoherente» y «descabellado» son algunos de los adjetivos que más se escucharon ayer en el ámbito educativo.
El presidente de la Confederación Católica de Padres de Alumnos (Concapa), Luis Carbonel, fue uno de los primeros en manifestar su desaprobación. Calificó la propuesta de «concesión tramposa» y planteó «por qué no se permite hacer lo mismo con otras asignaturas, como Educación para la Ciudadanía». En declaraciones a Servimedia indicó que esta opción es una «burla» que confiere a la clase de Religión «un estatus de actividad extraescolar» y, a su juicio, se trata de «un planteamiento no equitativo» para unos y otros alumnos.
«Incoherencia»
Por su parte, la presidenta de la Confederación Española de Centros de Enseñanza (CECE), Isabel Bazo, calificó el hecho de «incoherente» y apuntó que, según el borrador del Real Decreto de enseñanzas mínimas, el centro educativo tendrá que ofrecer a los estudiantes que no quieran cursar la materia una «atención educativa» por lo que, a su parecer, con independencia de que los padres prefieran que sus hijos se vayan a casa, si los centros lo permiten, «estarán incumpliendo lo que dice el Real Decreto».
Asimismo, estimó que esta posibilidad atentaría contra la autonomía de los centros. En primer lugar, porque condicionaría el horario en el que habría que situar la clase de Religión (estaría, preferiblemente, a primera o última hora). En segundo lugar, porque podría responsabilizarse al centro educativo de posibles infracciones cometidas por los alumnos, en esa hora de clase en la que, dentro del horario escolar, «estarían en la calle».
El portavoz de la Confederación de Asociaciones de Padres de Alumnos (Ceapa), Domingo Monzón, que representa a los padres laicos, también criticó la decisión de Tiana, que calificó de «absolutamente negativa» y «descabellada». Monzón señaló que «se está haciendo el juego a la Conferencia Episcopal», al plantear como opción la Religión confesional «una materia propuesta por la propia Conferencia», que es lo que, en su opinión, es la asignatura de Historia de las Religiones. Para el presidente de la Federación Estatal de Profesores de Enseñanza Religiosa, Rafael Ramírez, el asunto está claro: los niños deben permanecer en el centro de ocho a dos, pero puesto que Educación plantea esta posibilidad, será responsabilidad de los padres decidir si sus hijos van a quedarse esa hora en el centro escolar, o van a «desaprovechar el tiempo» y marcharse a casa.
Es preocupante esta diyuntiva, pero quisiera añadir una reflexión al debate.
La mayoría de los centros sólo ofrecen enseñanzas de religión según los dictados de la conferencia episcopal española. Hay una presencia testimonial de otras tres religiones que tienen acuerdos con el Estado (musulmanes, judíos y protestantes) y nada para el resto.
Hay muchos padres que no encuentran en esa oferta la respuesta a sus deseos, tan legítimos, respetables y amparados por la Constitución como los demás. Padres que desean formación en otras opciones religiosas o nos, incluso padres cristianos que viven su fe de otro modo al que dictan los prelados españoles.
Y no olvidemos que es a ese derecho de los padres al que se ha de atender.
La posibilidad de que los niños no tengan que acudir obligatoriamente a una actividad programada por el centro permitiría que se empleasen esas horas en su formación espiritual.
Dado que otros padres lo tienen muy cómodo (y gratis) para que sus hijos se eduquen en la religión de su preferencia, no es mucho pedir que al menos los segundos puedan tener a sus hijos disponibles para complementar una oferta que el Estado no da.
Ramén