Podemos remar a la par
HERALDO DE ARAGÓN
La carta publicada por 59 profesores del IES de Monzón bajo el título «Que cada palo aguante su vela», nos ha llamado la atención y nos ha causado inquietud, tanto por su llamativo contenido como porque el número de firmantes parece indicar que es la totalidad o casi la totalidad del profesorado del Instituto quien suscribe, sin matizaciones, ese documento.
Vaya por delante que compartimos su llamamiento: «Seamos serios, dejémonos de demagogias y empecemos a valorar mejor el trabajo de los profesionales de la educación».
Vaya también que consideramos que en su escrito no han conseguido, a nuestro juicio, reflejar ese equilibrio o ponderación que la frase propone y la cuestión requiere. Es cierto que como desahogo, como expresión de su indignación por la situación de la enseñanza tal como la perciben, y de su desazón y angustia como educadores y profesionales, el citado escrito revela con claridad el estado de ánimo, la situación emocional de sus firmantes, pero nos tememos que como contribución a la mejora de la enseñanza y a la más que nunca necesaria unión de la comunidad educativa no resulta afortunado. Y es que, en el fragor de la lucha, se han confundido de enemigo, si es que hay enemigo. Ese sector de padres cuya única obsesión consiste «en eliminar la jornada continua en los institutos y reducir los periodos vacacionales» no existe, ni como obsesión ni como única, aunque sean propuestas tan legítimas como la que propone la jornada continúa. Y por supuesto que las familias podemos hablar de pedagogía y, más concretamente, de cómo se organiza la prestación de un servicio público -la educación- del que somos usuarios. Un servicio público que afecta a nuestros hijos y nuestras vidas; por no decir que somos ciudadanos en una sociedad democrática, con todo lo que ello conlleva: Podemos hablar, escuchar, aprender, a veces enseñar un poquito desde nuestra experiencia.
Sobre esas familias que desatienden a sus hijos, que por supuesto existen, aunque las más de las veces forzadas por circunstancias laborales o de otro tipo, no deben buscarlas los profesores -si acaso deben buscarlas o puntuarlas como se propone en el escrito- entre las que participan o intentan participar en la vida cotidiana del Centro, en las APAS, las Federaciones de APAS, los Consejos Escolares, las tutorías, los debates educativos. Antes al contrario, es en esas familias en las que el profesorado encuentra o debería encontrar sus mejores aliados.
La participación es un logro y nos educa a todos. Y ha sido el profesorado, el mejor profesorado, él que históricamente ha abanderado la lucha por las mejoras en la enseñanza, la igualdad de oportunidades y la creación de una sociedad más justa, ese precisamente, él que nos ha llamado a las familias a la escuela. él que ha considerado que la participación de los padres en la educación escolar de sus hijos y la apertura de los centros al entorno era una necesidad y un avance transformador.
Por eso, ahora, no se puede mandar a las familias a casa para que no molesten, dejándoles como único espacio reivindicativo el de pedir el siempre necesario aumento de recursos. Con aciertos y errores queremos participar y hacerlo con el apoyo de los profesores. Como tantos de éstos pedimos ayuda y queremos darla en beneficio de nuestros hijos y alumnos. Evidentemente, y por muchas razones, la enseñanza tiene problemas (también podemos llamarlos retos), así que mejor que aspirar a que «cada palo aguante su vela», rememos a la par.
Firmado:
Mª Jose Naya Cabrero- Presidenta de FAPAR Huesca
Mª Isabel Marteles Solanas – Presidenta de FAPAR Zaragoza Juan Pablo Royo Clavero – Presidente de FAPAR Teruel