Réquiem por la homologación del sistema educativo español
Una comparación entre el fracaso escolar y la preparación de los jóvenes de 15 años arroja un dato preocupante: la homologación de los títulos en España puede haber pasado a la historia.
José M. LACASA. Magisnet. 24 de septiembre de 2008
Hace unas semanas MAGISTERIO adelantaba en exclusiva los datos de fracaso escolar, correspondientes a 2006. Datos que eran muy esperados no sólo por su valor en sí, sino porque por vez primera se podría averiguar –con resultados de diez comunidades autónomas– cómo las administraciones regionales se han enfrentado en los años transcurridos desde la finalización del traspaso de competencias educativas a retos como el fracaso escolar, el nivel de la enseñanza o la homologación de los títulos.
En realidad, la homologación de los títulos no corresponde a las comunidades, sino al Ministerio de Educación, que para ello posee una serie de instrumentos: por un lado, la alta inspección, y por otro, el Instituto de Evaluación. Claro que este último evaluó a los alumnos de ESO hace ya ocho años, y no lo ha vuelto a hacer –además de que en esa evaluación nuestros prudentes políticos decidieron que, por nuestro bien, no saldrían datos desagregados por comunidades autónomas. Desde entonces, nada hasta PISA 2006, y eso sólo las que se quisieron presentar.
Si a este despropósito sumamos que la Alta Inspección lleva muchos años muy mediatizada políticamente, y que en muchos casos el trabajo que tejen los delegados lo destejen en el Ministerio, al albur de los vientos políticos de cada momento, el resultado no puede ser otro que el marcado en el gráfico: aquí cada uno ha tirado por donde ha podido o querido, y el Ministerio nada ha hecho por impedirlo.
En el gráfico se compara el porcentaje de alumnos que no obtienen el título de ESO en 2006 con los alumnos que, en PISA 2006, escala de Matemáticas, no consiguen llegar al nivel 2. Para evitar el problema de la comparabilidad de las escalas, se ha establecido el cero como la media española. Lo que este sistema nos debería decir –a pesar de que aún tiene algunos problemas técnicos– es en qué comunidades se aprueba a más alumnos de los que, en apariencia, PISA consideraría por debajo del nivel mínimo, y en qué comunidad se aprueba a menos. Es decir, es un termómetro para medir el nivel de exigencia de cada comunidad.
Lo que este termómetro nos dice –o, lo que es lo mismo, la lectura diagonal del gráfico– es que hay tres comunidades más exigentes que la media española –La Rioja, Aragón y Castilla y León–, un grupo de regiones cercano a la media (Cataluña, Navarra, Galicia y Cantabria) y tres comunidades que exigen menos que la media española: Andalucía, País Vasco y Asturias. Si tenemos en cuenta que tanto La Rioja como Asturias dependían del Ministerio sólo seis años antes de estos datos, cabe concluir que el Ministerio no lo habría hecho peor ni queriendo.
Discriminando
Porque la consecuencia más grave de la deshomologación de los títulos es que hay alumnos riojanos que, si se examinaran en Asturias, obtendrían el título y podrían seguir estudiando, mientras que al examinarse en La Rioja tienen cerradas todas las puertas. A esta segunda discriminación en el sistema hay que sumar la primera, tantas veces denunciada por este periódico: cómo los alumnos con bajos rendimientos o con mayor probabilidad de fracasar escolarmente se concentran en algunas comunidades, especialmente en el sur y levante español y en los archipiélagos.
El problema es que en el sistema actual, si uno baja la exigencia a la hora de aprobar y, a la larga, para obtener el título, consigue una bajada del rendimiento de los alumnos que PISA nota inmediatamente. Pero si uno eleva el nivel de exigencia sin una serie de medidas complementarias, puede quedarse con un fracaso escolar muy elevado con las consecuencias sociales e individuales que eso conlleva.
Porque si lo que importa es que los alumnos tengan una serie de capacidades adquiridas para seguir estudiando o enfrentarse al mundo laboral, La Rioja o Castilla y León cumplen con creces, pues sólo dejan descolgados a un 10% de los alumnos. El problema es que, tal y como tenemos diseñado el sistema Logse en España, si uno no consigue el título, no puede seguir estudiando.
Todo esto, desde el punto de vista del sistema educativo español, un sistema que ha demostrado ser un magnífico amplificador de las diferencias de origen para convertirlas en un fracaso mayor: desde el punto de vista de la OCDE, el fracaso escolar está sobredimensionado, pues nuestros resultados en PISA no justifican un fracaso escolar tan elevado.
Si comparamos directamente el porcentaje de alumnos por debajo del nivel 2 en PISA 2006 con el porcentaje de fracaso escolar, las comunidades más equilibradas son País Vasco y Asturias. Claro que distan mucho de sacar buenos resultados en el cómputo global de PISA, lo que si hacen Aragón, Castilla y León y La Rioja.
Lo que es evidente es que en esta situación lo que no sirve ya es el título de ESO. Desde hace años Julio Carabaña aboga por eliminar este título. Visto el fracaso estrepitoso del Ministerio, quizás sea hora de plantearlo.
Las claves
La Rioja
Grandes resultados en PISA, pero un fracaso escolar quizás demasiado elevado.
Castilla y León
Conjuga unos buenos resultados en PISA con un fracaso escolar bastante moderado, manteniendo un punto más de exigencia.
Aragón
Sin tener unos resultados tan buenos en PISA como los anteriores, siguen siendo destacables, pero mantiene un fracaso elevado.
Navarra, Cantabria
Tanto sus resultados en PISA como su fracaso escolar se mantienen mucho mejor que la media, y desde la óptica española están bastante equilibrados.
Galicia
Una comunidad que ha mejorado mucho su fracaso en los últimos años, y que mantiene en PISA unos resultados acordes, es decir, no lo ha hecho en detrimento de la exigencia.
Cataluña
Ni su fracaso escolar ni sus resultados son propios de una comunidad con su potencial, pero al menos mantiene cierto equilibrio.
Andalucía
Altísimo fracaso, malos resultados en PISA, y encima baja exigencia… Su situación parece peor de lo que es porque no se presentaron a PISA comunidades con peores resultados.
Asturias, País Vasco
Equilibradas desde el punto de vista de PISA, pero muy poco exigentes