¡Todos al comedor!
La escuela debe organizar unos horarios que faciliten que los padres convivan más tiempo con los hijos.
08/05/2008 GLORIA Pardillos Lou. Secretaria general de la Federación de Trabajadores de la Enseñanza de UGT-Aragón
Un año más, por estas fechas barruntadoras del final de curso y de preparativos de algunas cuestiones del curso que viene, el tema comedor ocupa las planas de los diarios. Departamento de Educación, FAPAR y Comité de Monitoras aúnan una vez más sus fuerzas y se lanzan a la campaña anual.
Su objetivo, desactivar las posibles iniciativas que estén gestando los consejos escolares de los centros acerca de modificación de jornada: la reducción intersesiones a la que ya se han sumado el 60% de los centros de Aragón, la provocadora solicitud, de algún centro díscolo, de jornada lectiva continua en Infantil y Primaria y la presión del avance de la autonomía de jornada en las comunidades autónomas (el próximo curso se pondrá en marcha en la comunidad valenciana).
Para ello hablan del servicio de comedor, alertan que en nueve años se ha duplicado el número de escolares que comen en los colegios públicos de Aragón, denuncian la falta de espacios, el incremento de turnos y la escasez de tiempo para cada turno. Reivindican y comprometen construcción y ampliación de comedores donde quepan el
100% de los escolares, porque cada vez hay más familias en las que padre y madre trabajan y necesitan este servicio para conciliar.
SORPRENDE, cuando menos, que en el afán de conciliación que proclaman haya este enfoque prejuiciado y contumaz y no otro enfoque que ponga en valor el primordial papel educativo de la familia y la necesidad de potenciarlo. Es el enfoque, que por más que lo frenen, se acabará imponiendo, de los que le pedimos a la escuela que concilie, pero poniendo unos horarios que se adapten, no sólo a los laborales, sino a los de uso común. Que faciliten que los padres convivan más tiempo con los hijos. Porque ¿quién tiene un horario laboral que le permita ir a buscarlos a las doce y llevarlos a las tres? ¿Quién come antes de las dos en este país? ¡Sería tan sencillo una jornada lectiva de ocho a una o de nueve a dos que se pudiera ampliar con comedor y con actividades complementarias, por delante y por detrás, para aquellos que lo necesitaran!
Lo que se defiende y lo que se rechaza en los argumentos que esgrimen, en las demandas que plantean, en el modelo de conciliación que pretenden y propugnan, da por sentado que la totalidad de los padres no quieren ni pueden trabajar media jornada o jornada reducida. Complementarse los turnos. Estar por la tarde con sus hijos y más a la hora de la comida. Que no les importan las horas de patio inclemente que sufren. Que lo que quieren es tenerlos entre ocho y once horas en la escuela y cederle a ésta toda la responsabilidad educativa, mientras ellos tratan, prioritariamente, de responder con generosidad a los requerimientos de sus empresas y de ganar más dinero.
SE IGNORAN lo que los últimos estudios sociológicos y laborales revelan. Que cada vez más hombres y mujeres (47 y 54% respectivamente) conceden ya menos importancia al salario que a la disponibilidad de tiempo para dedicar a su vida personal y familiar. Que la reducción y la flexibibilidad de jornada, incluida el teletrabajo, son medidas de conciliación para atender a hijos menores ampliamente implantadas en el ámbito de las administraciones públicas, donde fueron pioneras, y que se van abriendo paso en los convenios de las empresas privadas. Que la jornada continua, coexiste con la partida de modo temporal en el 17% de las empresas, y de modo permanente en el 58%. Siendo la jornada continua mayoritaria en los sectores mayoritarios de ocupación: industria y servicios (salvo en el comercio).
Va contra los tiempos que el debate de la autonomía de los centros para elegir el modelo de jornada que más convenga a sus familias siga vetado en Aragón. Es claudicar al equivocado modelo que han adoptado 14 de las 17 comunidades autónomas, dicen. Es reivindicación corporativa de los docentes que tienen la pretensión de conciliar y acabar con su jornada de horarios imposibles, afirman.
Lo más lamentable, que estemos solos los docentes, quizás por lo difícil de la tarea de hoy de educar a niños que se crían sin padres, clamando por una conciliación distinta, posible y necesaria que debería ser propiciada, especialmente, por la administración educativa y las asociaciones de padres. Que evite que los niños estén ocho horas como mínimo en la escuela. Que no obligue a ir, a todos, al comedor.
Secretaria general de la Federación de Trabajadores de la Enseñanza de UGT-Aragón.
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