El ocio y la construcción de la personalidad
EL PERIÓDICO / / 16-06-08
Pedro Rascón Macías, presidente de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA)
Sobre el ser humano han venido conviviendo dos concepciones desde la noche de los tiempos: una, que podríamos definir como antropológicamente positiva, confía en la capacidad humana para superarse y mejorar; otra, antropológicamente negativa, desconfía de la capacidad humana y sólo piensa en disciplinar y contener a la bestia que, en esa concepción, todos llevamos dentro. Hija de la visión antropológicamente negativa es la expresión, que muchos aceptan como válida, del ¿ocio es la madre de todos los males?. Nuestra visión es nítidamente opuesta, y concibe el ocio como un elemento de crecimiento y enriquecimiento de la persona.
El ocio y el tiempo libre, en una sociedad democrática y socialmente avanzada, es un derecho. Así lo expresa el artículo 43 de la Constitución, cuando reconoce la obligación de los poderes públicos a facilitar la adecuada utilización del ocio. Esto quiere decir que las Administraciones Públicas, sobre todo las más próximas a los ciudadanos, tienen la obligación de dotarse de los instrumentos necesarios para cumplir este mandato: instalaciones deportivas, casas de la Cultura, casas de Juventud, cursos y actividades de ocio y tiempo libre y un largo etcétera en el que, junto a la construcción de infraestructuras, debería trabajarse para facilitar el acceso de las familias y, en particular, de los jóvenes a los recursos ya existentes.
Tiempo Libre/Ocio
Entendemos por tiempo libre el tiempo disponible, es decir, el que no utilizamos para trabajar, comer o dormir. El tiempo libre tiene una capacidad virtual, es tiempo a nuestra disposición que podemos utilizar adecuadamente o malgastar. Sin embargo, cuando utilizamos el tiempo libre de forma creativa, desarrollando capacidades, favoreciendo el equilibrio personal y enriqueciendo nuestra experiencia, estamos llenando de contenido nuestra vida y dando al ocio una dimensión de enriquecimiento personal, por tanto, el ocio vendría a ser algo así como el tiempo libre que utilizamos para hacer lo que nos gusta y para el crecimiento personal.
El ocio es un valioso instrumento para dar sentido a nuestra vida. Sin embargo, no resulta fácil organizar nuestra vida. Por un lado, el peso muerto de la rutina y de la comodidad empuja a repeticiones rituales y casi mecánicas y, por otro, una cierta apatía y conformismo nos induce a la pasividad y nos aparta de perspectivas tan saludables como utilizar la imaginación y desarrollar las capacidades creativas.
Creo que debemos reivindicar un tiempo para nosotros mismos, para nuestro descanso, para hacer lo que nos gusta, para sentirnos bien, para participar de la creación de otros o para ser nosotros mismos los creadores. Deberíamos recordar que cultura no es sólo lo que el hombre sabe, sino lo que el hombre hace. Toda cultura es una suma de símbolos, creencias, costumbres, actividades y rituales compartidos por una comunidad.
Ocio en la familia
Las familias tenemos una responsabilidad ineludible en la educación y formación de nuestros hijos e hijas y el ocio forma parte de ese proceso, en virtud del cual se forma la personalidad. La familia es un agente socializador, es decir, una institución importante para que nuestros hijos e hijas aprendan a conocer el medio en el que viven y a integrarse en él. Los padres y las madres debemos transmitir a nuestros hijos que el ocio no significa pasividad. El ocio es tiempo disponible para hacer, para imaginar, para desarrollar la fantasía, para crear. Desde CEAPA defendemos que la educación es también ayudar a despertar la imaginación, la fantasía, la creatividad y también el sentido de la responsabilidad.
Quizás uno de los mayores inconvenientes de la sociedad de hoy es haber convertido el ocio en consumo y no saber encauzar perspectivas creativas de ocio que favorezcan el desarrollo de la personalidad, pero ése es tema para otro artículo.