Racionalizar
12/03/2009 JOSé LUIS Trasobares. El Periódico de Aragón
La universidad pública aragonesa (o sea, la de verdad) arrastra múltiples problemas estructurales. Cada vez precisa más dinero para gastos de personal, cada vez se encierra más en sí misma y cada vez está más presa de su extraña condición de ente educativo-científico-político. Ahora llega lo de Bolonia y la confusión aumenta, entre otras cosas porque la homologación paneuropea mezcla en su fórmula directrices para la racionalización con aparentes sumisiones al mercado. Lo que nos faltaba.
Hay que simplificar. Pongamos, por ejemplo, la ardua cuestión de las asignaturas con un bajo número de alumnos matriculados. Algunas de ellas son imprescindibles por la naturaleza de su materia o pueden convertirse en referentes internacionales y atraer estudiantes de fuera. Pero habrá otras cuya existencia quepa obviar. ¿Y qué pasa con quienes las deseen cursar? Bueno, para eso siempre cabe ir a otras universidades. ¿Y si no pueden pagarse el desplazamiento? Pues se les beca, caramba, que seguro nos sale más barato.
Tal vez la opinión pública, fuertemente condicionada por la demagogia al uso, no entienda la racionalización. Sobre todo si se trata de poner orden en la multiplicación y dispersión de los campus aragoneses, que ha derivado en un absurdo monumental. Todo por empeñarse en que los chicos deben estudiar en casa. ¡Pero si el espíritu universitario se nutre entre otras cosas del viaje, del conocimiento de otros lugares, de la variedad en la formación, de la búsqueda del saber más allá de las fronteras! Becas, amigos, becas e intercambios. A la postre, si en Teruel solo hay un alumno matriculado en Humanidades (El Alumno) bien podríamos por el mismo precio mandarlo a Oxford o a Cambridge con todos los gastos pagados (incluso los trajes a la medida en Saville Road).
Apertura, transparencia, eficacia. La universidad, como las demás instituciones aragonesas, administra grandes cantidades de dinero público. Y no vale eso de gastar a discreción y, cuando se acaban los monises, ir por más. Es un vicio generalizado… pero feo.