Evitar el abandono de los libros

Nuevos soportes y títulos adecuados, buenos métodos para fomentar la lectura
EL PAÍS / MARÍA R. SAHUQUILLO – 14/01/2008
Los niños dejan de leer. Abandonar la lectura por pereza o por aburrimiento es cada vez más común en España, un problema que ahora afecta también y cada vez más a los niños. El problema es mayor en ellos, según los expertos, ya que pierden el hábito y su capacidad de comprensión lectora no avanza. España es el país que más ha bajado su nivel de lectura según los datos del último informe PISA, el estudio de referencia sobre los sistemas educativos del mundo desarrollado. Ha descendido de 581 puntos de media a 561, lo que le deja en el puesto 35 de 57 países, por detrás de Luxemburgo, Portugal, Italia o Eslovaquia, que habían obtenido hasta ahora peores resultados. Pero los expertos aseguran que hay remedio y que todavía no es tarde.
Recomendar un libro interesante y adaptado a la personalidad y la edad del niño o dedicar un momento diario a la lectura son algunas de las medidas que los expertos proponen para lograr que los más pequeños se interesen por la lectura. Actividades que también deberían tener un tiempo reservado en la escuela. «Es en el colegio donde el niño aprende a leer y toma su primer contacto con los libros. La labor de la escuela para que le coja el gusto a la lectura y conserve el hábito es vital», asegura Loles González, directora del centro de Salamanca de la Fundación Sánchez Ruipérez, una institución que desarrolla numerosas actividades para fomentar la lectura. Andrés Sánchez está de acuerdo con González. Profesor de literatura en un instituto de Madrid cree que los niños llegan a sus clases cada vez con menos hábito y capacidad de comprensión lectora. «No les interesan los libros. Los ven como algo muerto, inactivo y aburrido. Prefieren ver la televisión o navegar por Internet», dice. Sin embargo, asegura que la culpa no es sólo de ese «aburrimiento» de los más pequeños. «Debemos fomentar en casa y en el colegio la lectura y muchas veces somos los propios adultos los que no leemos», explica.
Andrés Neuman, poeta hispano argentino, opina que hay demasiado pesimismo en este tema. «Hay interés pero hay que aplicar estrategias. Si los alumnos no están interesados en la lectura, uno como docente tiene la opción de intentar convencerlos de que puede acercarse a su mundo. Hay que conocer sus intereses y hacer una lista de lecturas en función de ellos. Además, se pueden hacer muchas actividades para interesarles: concursos de haikus o poemas breves por móvil, por ejemplo».
Los jóvenes de 10 a 13 años tienen unos índices de lectura de hasta un 70%, según datos de la última encuesta de la Federación de Gremios de Editores de España sobre hábitos de lectura, que ha incluido por primera vez en la edición del año 2006 a este grupo de edad. Sin embargo, el problema empieza, para Jordi Llovet, catedrático de Literatura Comparada de la Universidad de Barcelona, precisamente a partir de esa edad. «Cuando llegan a la adolescencia empiezan a interesarse por otras cosas y se olvidan absolutamente de los libros. Han encontrado otras formas de pasar el tiempo, mucho más atractivas y eficaces para alimentar sus ansias de mitología», asegura. «Para los niños son una buena idea las adaptaciones inteligentes de los clásicos, para que empiecen a leer cosas que están en el camino de la literatura adulta y así después les suenen», dice Llovet. Como Neuman, este profesor de literatura asegura que para los jóvenes la solución podría pasar por las nuevas tecnologías. «Si un chico va a ver la película Troya y se queda encantado, también se le puede dar el Lazarillo, el Quijote, o lo que sea, incluidos los grandes hitos de la literatura universal, por una vía que le resulte atractiva. Hay que buscar estrategias que tengan en cuenta el enorme poder de seducción de estas nuevas tecnologías», sostiene Llovet, que asegura que éstas hay que delegarlas a los profesores de primaria y secundaria, «no a los actuales pedagogos».
Una buena biblioteca escolar también es importante. Sin embargo, es infrecuente en muchos colegios e institutos donde una sala desangelada y plagada de títulos antiguos hace las veces de biblioteca y sala de lectura que nadie usa. «Hay que crear espacios para los libros. Las bibliotecas escolares son fundamentales para el desarrollo de los hábitos lectores en el ámbito escolar», dice Loles González.
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ENTREVISTA: EMILI TEIXIDOR Escritor de literatura infantil y juvenil
«No se puede animar a leer con sermones»
EL PAÍS / M. R. S. – 14/01/2008
Emili Teixidor (1933, Roda de Ter, Barcelona), con más de una treintena de títulos, es uno de los autores más reconocidos de literatura para niños y jóvenes. Ganador del Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil de España en 1997, este catalán de mirada amable y hablar pausado ha pasado más de la mitad de su vida dedicado a hacer, con sus libros, que los niños se interesen por la lectura. Ahora publica La lectura y la vida (Ariel), una guía orientada a padres y a profesores sobre «cómo incitar a los niños y adolescentes» a leer.
Pregunta. ¿Cuáles son esos trucos para que los niños y jóvenes lean?
Respuesta. El problema en realidad son los adolescentes. Es en esa época cuando se empieza a dejar de leer, como se deja de hacer muchas otras cosas. Lo que habría que hacer es acostumbrar a los niños desde pequeños al hábito y al esfuerzo de la lectura. Antes, en las escuelas se leía una hora diaria, desde los siete a los doce años, eso son muchas horas de lectura. ésta es una buena idea que logra crear el hábito lector. Contagiar el deseo de leer sólo se puede lograr por contacto, imitación o seducción. Se trata de buscar una manera de interesar al lector. No se puede hacer leer a un niño con sermones. Lo mejor es un método indirecto, despertar aunque sea con trucos la curiosidad de las personas.
P. ¿Cómo se consigue eso?
R. Se pueden hacer muchas cosas. Una muy bonita es utilizar, por ejemplo, el teatro. Es otra forma de acostumbrarse a la mecánica de la lectura. Además, a los adolescentes les encanta porque se encuentran a sí mismos por ese punto de vanidad que tienen. Las obras, aparte de leerlas, se pueden representar y ésa es una manera de que participen y también de que fomenten la memoria. Se pueden hacer muchas cosas. Yo propongo a los profesores que en vez de poner cada día la fecha en la pizarra escriban un poema o un fragmento de una poesía. No obligas a que los alumnos lo lean pero lo leerán y les irá llegando. Es una manera de que aprendan palabras nuevas.
P. Un problema de los chavales es la falta de comprensión lectora.
R. Sí, muchos profesores no hacen estas actividades porque piensan que sus alumnos no entenderán lo que leen. Pero tienen que ir descubriendo palabras nuevas. No todo se entiende desde el principio. Otro truco que puede ayudar mucho en eso es que el chaval tenga su propio diccionario de palabras raras. Así se consigue que el niño tome interés por las palabras y se acostumbre a leer de otro modo. Eso les posibilitará después una lectura más descansada.
P. ¿Qué les interesa a los jóvenes?
R. Los grandes temas de siempre. El amor, la lucha, la pasión, los héroes y los villanos… Lo importante es la forma en que esas historias están contadas. Y no hay que olvidar que muchas veces sólo la curiosidad, aquello que se presenta difícil, complicado o incluso prohibido puede despertarla. Sólo lo difícil es estimulante. De todas formas, muchas veces queremos dar a la lectura una función y olvidamos que la tiene por sí misma.
P. ¿Leer por el mero hecho de leer?
R. Sí, leer por leer es fantástico. No hay que olvidar que la literatura debe tener un punto de inutilidad, como todas las cosas bellas. No siempre hay que buscarle una función a las cosas y la lectura es una de ellas. Y eso los niños o los jóvenes aún no lo perciben, pero lo harán. Hay que inculcarles primero el hábito, la costumbre y luego el placer de disfrutar de la lectura.
no pues es que es mas facil ver la television que leer un libro
pero nos sirve mas leer un libro que estar sentadotes viendo npura violencia…
«E DICHO»
ATTE:Mariana 12años