Cada vez gastamos más en administrar la Educación, pero los resultados no parecen mejorar
El gasto de administración se disparó con las transferencias
Esta partida creció exponencialmente entre 2001 y 2003, coincidiendo con los años en que no pocas Consejerías se dotaron de nuevos edificios administrativos (en el gráfico se puede apreciar en la gran ¿joroba? de la serie de gasto en administración de esos años): el gasto en inversiones creció desde los 26 millones de euros en 2000 hasta los 112 millones en 2002. En 2003 bajó a 66 millones de euros y se ha mantenido estable hasta 2006, año en que esta partida llega hasta los 78 millones.
También crecieron los gasto de personal, aunque más moderadamente: un 38% desde 2000 a 2003, de los 405 millones a los 558, aunque desde entonces sólo ha crecido un 1%.
La gran escalada de gasto se debe a los gastos más ¿políticos?: en la partida de bienes y servicios, además de otros gastos obligados, se incluyen también gastos en publicaciones, informes externos, publicidad… Pues bien, en esta partida crece a un ritmo de un 15% cada año, y se ha multiplicado por 2,2 entre 2000 y 2006.
Pero la partida ¿política? que más creció fue la de las transferencias corrientes, que en su mayor parte se destina a subvencionar asociaciones sin ánimo de lucro. Esta partida se duplicó entre 2000 y 2002, aunque volvió a situarse por debajo de 2000 en 2004. Pero esta partida se volvió a triplicar entre 2004 y 2006, hasta llegar a los 21 millones de euros, y esta vez el incremento tiene un culpable claro: Cataluña (véase más abajo).
En resumen, desde 1995 el gasto en Educación se multiplicó por algo más de dos, mientras que las becas se multiplicaron sólo por 1,8, mientras que el gasto en administrar nuestra educación, con los buenos resultados por todos conocidos, se ha multiplicado por 2,4.